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Diferentes estrategias

Prohibición, legalización y regulación o simplemente despenalización son las diferentes planteamientos posibles a la hora de abordar la prostitución, en términos legislativos. El comité internacional por los Derechos de las Prostitutas considera que legalización y regulación puede resultar tan negativo como la prohibición que coarta a las personas que ejercen pero no lo que ellas definen como explotación institucional. Ejemplo prohibicionista, es el de Suecia donde la penalización a todo trámite qué lleve a la prostitución o que se beneficie de sus ingresos llevó a que una joven fuese expulsada de la universidad porque se descubrió que su madre había pagado la matrícula con sus ingresos de profesional.

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La prostitución es legal, por ejemplo, en Holanda. En mayo de 1992 el Gobierno aprobó una ley legalizando los burdeles, con el propósito de liberar a las prostitutas de la tiranía de los proxenetas y de controlar los negocios clandestinos. Según esta normativa, los municipios tienen el control de los establecimientos, que deben cumplir estrictas condiciones en el tamaño y la condición higiénica de los habitaciones. Sin embargo, las mujeres de la zona roja de Amsterdam, se quejaron de que la ley les obligaba a pagar impuestos pero no hablaba para nada de atención sanitaria, baja por enfermedad, pensiones y otros derechos laborales de las prostitutas, que iniciaron la creación de un sindicato, una de cuyas líderes es la joven profesional Margot Álvarez.

Según la normativa sobre burdeles, éstos quedaban descriminalizados, aunque los ayuntamientos podían prohibir aquellos que no cumplieran los requisitos y los proxenetas podían anunciar libremente su negocio.

Una propuesta polémica

La prostitución en Francia no está ni prohibida ni regulada. En 1946 la ley ordenó el cierre de las llamadas maisons closes (burdeles) y desde entonces la prostitución es una actividad que, oficialmente, se ejerce de manera individual, al margen de cualquier organización. La policía sabe sin embargo que de las 30.000 profesionales que trabajan en Francia, alrededor de un 95% están controladas por proxenetas.

Michele Barzach, ministra de Sanidad y de la Familia entre 1986 y 1984 en el Gobierno de cohabitación dirigido por Jacques Chirac, propuso hace tres años la legalización de los burdeles como única manera de limitar las prácticas de proxenetismo, como vía de control sanitario y de freno a la difusión del sida.

La propuesta de Barzach encontró un eco favorable entre gran parte de las profesionales del sexo y una fuerte oposición por motivos muy diversos, entre fuerzas políticas y sociales.

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