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La captura de un banquero mexicano potencia la industria antisecuestro

Con pánico y severas medidas de autoprotección personal, que incluyen la contratación de policías privadas y pólizas de seguros para la protección ante casos de extorsión, recibió la clase financiera mexicana el secuestro del banquero Alfredo Harp Helú, ocurrido el lunes en Ciudad de México.Fuentes policiales informaron que Harp, de 51 años y presidente del grupo financiero Banamex-Accival, se encuentra en poder de una banda de delincuentes profesionales, experta en este tipo de acciones.

La Bolsa mexicana se resintió como consecuencia de la incertidumbre creada por este secuestro y su principal indicador descendió el lunes un 2,79%. El presidente de la Confederación Patronal, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, advirtió que estos sucesos no sólo tienen un objetivo económico sino que evidencian que hay gente interesada en "la desestabilización nacional".

El secuestro de Harp Helú es el décimo desde 1992 y el segundo más sonado tras el que sufrió en mayo de ese año Joaquín Vargas, miembro de una familia de empresarios que explotan la televisión por cable.

Pese a que aparentemente parece que es obra de delincuentes comunes, este suceso está contribuyendo a incrementar la incertidumbre en el país, que desde el 1 de enero padece las secuelas del alzamiento zapatista en el Estado sureño de Chiapas.

Además, amenaza con enturbiar aún más la muy dañada imagen de seguridad del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), muy afectado por la pelea personal que sostiene el aspirante a la presidencia Manuel Camacho Solís, ansioso de protagonismo político tras su defenestración en noviembre, con el candidato oficialista Luis Donaldo Colosio.

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