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50.000 fuenlabreños celebran su fiesta local hartándose de tortilla

Romería en la gran ciudad. Como es tradicional, el 9 de marzo la abrupta urbe de Fuenlabrada (160.000 habitantes) se transforma en aldea. Durante toda la jornada, los vecinos abandonan los rascacielos y salen al campo para celebrar con tortillas el día de Juana Vázquez. El Ayuntamiento calcula que más de 50.000 vecinos acudieron ayer a la fiesta.

Juana Vázquez, más conocida como santa Juana, una mujer a la que se le atribuyen milagros, pese a que todavía no ha sido satificada por la Iglesia. En su honor, los fúenlabreños comen tortilla, gachas y pan y celebran una fiesta que cada año tiene más participantes. Los parajes de Valdeserrano y La Avanzada, de Fuenlabrada, sirvieron para conmemorar el día. Ayer, además, por primera vez, el día de santa Juana fue fiesta local. La víspera fue difícil comprar patatas y huevos en las tiendas y supermercados de Fuenlabrada. Las existencias se habían agotado porque se avecinaba el día de la tortilla. Uno de cada tres vecinos de la localidad preparaba las viandas para disfrutar del día de campo. También se podía adquirir la tortilla de patatas en algunos establecimientos a 400 pesetas.Desde las diez de la mañana de ayer, familias enteras, pandillas y amigos cruzaban la ciudad de Fuenlabrada para buscar entre las eras de Valdeserrano el lugar más privilegiado para pasar el excelente día. Ángeles Fernández, de 16 años, y su prima Andrea fueron las más madrugadoras "Venirnos a comer la tortilla y a coger sitio". Detrás de ellas comenzaron a desfilar miles y miles de personas que seguían las indicaciones de los policías y miembros de Protección Civil encargados del desarrollo de la jornada.

La mayoría de los vecinos, sin embargo, desconoce el origen de esta celebración, que se remonta al siglo XVII. Por aquella época los campesinos acudían a un pueblo cercano de Fuenlabrada, Cubas, para venerar a santa Juana, una mujer que decían que poseía la virtud de curar a la gente.

Tradición mística

En el camino, los peregrinos hacían un alto para merendar. Ahora, con el paso del tiempo, se ha perdido la tradición mística y la fiesta sobrevive como una mera romería, a pesar de la falta de ermita y de santa.

El único aliciente actual que encuentran los vecinos son los globos, atracciones infantiles, orquestas y grupos de teatro que el Ayuntamiento prepara para distraer a todos los presentes. También es necesaria la presencia de varias dotaciones de Cruz Roja, que ayer tuvieron que atender a más de 30 personas, casi todas jóvenes, que sufrieron intoxicaciones etílicas

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