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Entrevista:

"El centro de Madrid es un vertedero de excrementos"

Un día de octubre de 1988, Pablo Castejón canjeó el paro por un carro, un cepillo y un plano del centro de la ciudad. Tenía 19 años y entonces conocía bien garitos y guaridas musicales crecidas al calor de la noche; desde entonces se topó de bruces con la otra movida nocturna madrileña, la de la suciedad, el abandono y la miseria. Mientras sueña con triunfar como compositor sigue limpiando los excrementos que los ángeles del día y de la noche depositan a su paso.Pregunta. ¿Cree que esta ciudad hace honor al título de "capital europea de la basura"?

Respuesta. Sí, sí, indudablemente, pero es por falta de educación y quizá por nuestra cultura, que va aferrada a esto. Además, vamos a peor. Esto se está degradando mucho.

P. ¿La gente es más sucia en unos barrios que en otros?

R. Yo creo que sí, que la gente, es más sucia en el centro, porque es, además, donde se mueven más personas. Las zonas ricas como el barrio de Salamanca también tienen basura, pero tienen más personal cualificado y más máquinas.

P. Pero lo normal sería que, conforme avanzan los años, la gente fuera más cívica.

R. Ya, pero fíjese en mí, mecánicamente parece que estoy en el siglo XVII, llevo un carro de hierro que pesa 15 kilos. En otros países hay unos avances técnicos impresionantes. Hay baldeadoras, que son máquinas con dos mangueras que se llaman patos y van limpiando las calles.

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P. Antes de comenzar en este oficio, ¿se imaginaba a la gente tan sucia?

R. Qué va, puedo contar cosas terribles: gente que hace de vientre en la calle, que te escupe desde los balcones, que te tira basura o te insulta. Pero también hay gente que ha respondido bien. Yo he visto gente recoger las cacas de los perros en esta plaza (Dos de Mayo) con sus bolsitas, pero es uno de cada cien; esto es un vertedero total de excrementos. Por ejemplo, la calle de Santa Lucía, que tiene 30 metros, si la dejas dos días ya no puedes entrar, porque hay un portal con un solo servicio para 40 personas y muchas lo hacen en la calle y tengo que quitarlo, cada día con la manguera.

P.¿Qué le ha dado este oficio?

R. Me ha hecho más duro, he madurado, ahora no me asusto ante nada. He visto navajazos, tiros, atropellos de compañeros, chavales que han caído en la droga y mucha gente sin casa; en los pasadizos de Cibeles, por ejemplo, había como cincuenta personas durmiendo y los teníamos que echar para limpiar; me daba una pena impresionante. Y en el paseo del Prado encontré a una mujer muerta en una cabina. Tenía 90 años y estaba acurrucada y morada, congelada. Se la llevó la policía.

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