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XXXIII CONGRESO PSOE

González toma las riendas del congreso del PSOE y deja de lado por primera vez a Guerra

Luis R. Aizpeolea

Felipe González ha tomado entre manos la preparación del congreso del PSOE y, por vez primera, ha dejado a Alfonso Guerra al margen. Rodeado de renovadores e integradores afines, trata de establecer los perfiles de la nueva ejecutiva y cuidar el contenido de los debates para que no choquen con la acción del Gobierno. Guerra, perdido su papel protagonista y limitado a representar un sector dentro del partido, busca nuevos horizontes con el acercamiento a los sindicatos. Sus peones le abren camino mientras prepara en la sombra lo que puede ser la estrategia del PSOE en la oposición.

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Cuando el pasado lunes Alfonso Guerra proclamó, en una conferencia preparatoria del congreso, la unidad del socialismo frente al riesgo de división y la necesidad de acercar el PSOE a los sindicatos ya sabía que el viernes, después del Consejo de Ministros, Felipe González se había reunido en La Moncloa con un puñado de notables para preparar el congreso del partido.González reunió al vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra; a los presidentes de la Comunidad Valenciana, Joan Lerma; Madrid, Joaquín Leguina; de Castilla-La Mancha, José Bono; al de Andalucía, Manuel Chaves; a los secretarios generales de Castilla y León, Jesús Quijano, y de Euskadi, Ramón Jáuregui, y a la ex ministra del Portavoz, Rosa Conde.

Si la marginación de Guerra de esta reunión preparatoria del congreso ya era un dato importante, más aún lo era su contenido. En ella se habló de todo. Desde el debate ideológico, el modelo de nueva dirección y el perfil de las personas que deben componerla hasta el funcionamiento del propio congreso, cuyo control mantenía en el pasado Alfonso Guerra.

Los reunidos analizaron la forma de evitar que el congreso se les vaya de las manos. González apuntó un modelo de dirección con un secretariado permanente, en el que estarán los responsables de áreas, e integrada por pesos pesados, con autoridad política y moral interna y externa, por lo que se inclinó por establecer un régimen suave de incompatibilidades, y algunas caras nuevas. Asimismo, el secretarlo general del PSOE reiteró su voluntad de que Alfonso Guerra siga formando parte de la nueva dirección, pero con la salvedad de que su integración no condicione el proceso de renovación socialista.

Ahora la pelota está en el tejado de Guerra que, públicamente, según hizo constar el pasado lunes, mantiene actitudes conciliadoras hacia el sector renovador socialista, convertido en el principal interlocutor de González.

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Estrategia de oposición

Pero Guerra mantiene también un proyecto de futuro, en la perspectiva de varios años, con la hipótesis de que el PSOE vaya a la oposición. Y en esa estrategia juega un papel de primer orden su reciente acercamiento a los sindicatos.

Las palabras de Guerra no son gratuitas y ya ha dado algunos pasos en esa dirección. Además de retomar hace más de un año los contactos con el secretario general de UGT, Nicolás Redondo, con motivo de la Ley de Huelga, la relación tiene una cierta estabilidad. Pocos días antes de la huelga del 27 de enero volvieron a reunirse. A Redondo le acompañaron José María Zufiaur y a Guerra los dirigentes Txiki Benegas y Francisco Fernández Marugán.

Posteriormente se han celebrado reuniones a otros niveles. Redondo se entrevistó en Asturías, la primera semana de febrero, con el líder del sindicato minero y dirigente guerrista del PSOE, José Ángel Fernández Villa, e inmediatamente después este último se reunió con uno de los hombres de confianza de Redondo, Antón Saracíbar.

Este acercamiento resulta auténticamente asombroso para el mundillo sindical tras la violenta ruptura de relaciones de Redondo con Fernández Villa, con motivo de la huelga general del 14 de diciembre de 1988. A partir de la reciente entrevista, las declaraciones de Fernández Villa sobre Redondo dieron un giro extraordinario. "No hay ningún líder de UGT con las condiciones y autoridad de Nicolás para dar respuesta a la desburocratización de los sindicatos", señaló Fernández Villa.

Estas reuniones marcan un acercamiento que puede tener consecuencias, al traducirse en el apoyo del guerrismo al líder propuesto por Redondo para su sucesión, el andaluz Cándido Méndez, frente a Manuel Fernández, Lito. A Lito le acusan los guerristas de estar respaldado por el vicepresidente, Narcís Serra, debido a sus conexiones con el secretario general de la UGT de Cataluña, Pepe Álvarez. De tal manera que el propio Serra ha tenido que decir en público que no conoce a Lito.

El mayor énfasis que pone Lito respecto a Méndez en la defensa de las federaciones y del sindicalismo de empresa frente a las organizaciones territoriales se compadece más con las tesis sindicales de Felipe González.

El diseño final de la estrategia de Guerra de acercamiento a los sindicatos se desconoce. Los críticos de Redondo opinan que el Instituto Sindical de Estudios, diseñado por José María Zufiaur para cuando abandone la dirección del sindicato, tras el congreso de UGT, será el marco del encuentro entre sindicalistas, guerristas e incluso comunistas reformadores.

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