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Tropas israelíes y un colono judío matan a cuatro palestinos en Cisjordania y en Gaza

El Ejército israelí mató ayer a dos palestinos en la Cisjordania ocupada y a un tercero en la franja de Gaza, mientras un colono judío acribilló a tiros a un cuarto árabedurante los enfrentamientos en esta última zona. La violencia se recrudeció ayer en los territorios ocupados al cumplirse una semana de la matanza de Hebrón. Iba a ser el día de la venganza, pero no fue. Los millares de musulmanes que acudieron ayer a la oración de los viernes en la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, estaban sobre todo compungidos. "La justicia vendrá de Alá", comentó un comerciante palestino.

Este comerciante tuvo que dejar a sus dos hijos adolescentes a la entrada del recinto sagrado para los musulmanes, porque el enorme operativo de seguridad israelí seleccionaba a los creyentes por edades. Ser joven es una barrera. Sólo los mayores llegaron hasta la mezquita. Los soldados israelíes que controlaban el acceso consideraron imprudente la presencia de adolescentes que iban a rezar exactamente una semana después de la matanza de Hebrón.El Gobierno israelí tuvo que adoptar la inusitada medida de cerrar temporalmente el paso a los judíos que deseaban orar en el Muro de las Lamentaciones, justo al lado de la mezquita de Al Aqsa. Permitir que los judíos prácticamente se codearan con los musulmanes tras una semana de duelo, odio y juramentos de venganza habría sido contraproducente. Los ánimos están tensos al máximo. Habría bastado un solo incidente para empeorar la situación que ha colocado al proceso de paz entre palestinos e israelíes en un punto muerto.

Tan estricto y selectivo fue el control de la policía que sólo 10.000 musulmanes pudieron ingresar en el perímetro del Domo de la Roca. En las azoteas vecinas pululaban policías armados. Sobre la mezquita de Al Aqsa sobrevolaban helicópteros cuyo ruido ahogaban elegías y plegarias de los palestinos. Normalmente habrían acudido 200.000 musulmanes ya que los viernes del sagrado mes del Ramadán son ocasiones de masiva afluencia de creyentes.

Nadie parecía recordar cuándo fue la última vez que se impusieron medidas policiales tan drásticas para impedir que la ceremonia religiosa en el Harám Al Sharif terminara conviertiéndose en la espoleta de la contenida furia árabe tras la matanza de más de 40 musulmanes en manos del colono judío Baruch Goldstein. Los mismos policías israelíes que impedían el ingreso a cualquier palestino menor de 40 años tuvieron que sufrir la injuria de judíos que pugnaban por entrar al recinto del Muro de las Lamentaciones. Así como los palestinos que se quedaron afuera maldiciendo a Yasir Arafat, el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), algunos judíos proferían insultos a Isaac Rabin, el primer ministro israelí. En ambos polos del sangriento espectro árabe-israelí había todo menos atención a los llamamientos a la calma y a la tranquilidad.

El acceso al Muro de las Lamentaciones se normalizó después de una hora. Lo que las extraordinarias medidas de la policía, los discursos y las fuertes condenas oficiales a la matanza de Hebrón no consiguieron disipar fue la convicción de que la represalia musulmana es sólo cuestión de tiempo.

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Observadores armados

Por otra parte, el Consejo de Seguridad de la ONU se encontraba reunido anoche en Nueva York para examinar, entre otros temas, la situación en Oriente Próximo tras la matanza de Hebrón. El punto central de las deliberaciones era el eventual envío a los territorios ocupados de observadores internacionales con el fin de proteger a la población palestina. Responsables israelíes han anunciado que podrían aceptar esta medida con la condición de, que se trate de civiles.

Nabil Shaath, el enviado especial de la OLP en Washington, aseguró anoche que el Consejo de Seguridad se encontraba ya muy próximo a un acuerdo al respecto, aunque insistió, por su parte, en que el personal de la ONU en Cisjordania y Gaza debería ir armado para que su misión sea eficaz. Shaath añadió que las últimas discusiones se referían a los plazos de su despliegue y al tipo de armamento que llevarán los observadores.

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