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Las multinacionales se repliegan

Recesión, rigidez laboral, concentración productiva, pérdida de centros de decisión y política económica, en el centro de la fuga

Las multinacionales se marchan de España. Unas lo hacen con aspavientos y polémica -Akzo, KIO-, otras anulan proyectos de inversión -Basf, Sanyo, Sharp-, las más acuerdan reducir plantillas y Capacidad de producción -Volkswagen, Suzuki, Nissan, Iveco, Kubota.... Algunos expertos opinan que sólo se trata de un fenómeno coyuntural producto de la crisis, pero los más pronostican que este repliegue no ha hecho más que empezar y explican que es consecuencia de un conjunto de factores que se alimentan entre sí.Unos responden al entorno internacional, como la crisis económica o la revolución productiva de las nuevas tecnologías, que han tenido como consecuencia un exceso de capacidad de fabricación instalada. Otros se derivan de la propia estructura de las multinacionales, que en los malos momentos tienden a proteger los intereses más próximos a sus cuarteles generales y, lejos de sus sedes, sólo razonan en función de criterios de rentabilidad, nunca de patriotismo.

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Otros factores son resultado de la política económica aplicada en España en los últimos años, que ha castigado el tejido industrial en beneficio de una peseta fuerte y altos tipos de interés. La rigidez laboral defendida por los sindicatos o las jugosas ventas de empresas cerradas en su día por muchísimos empresarios, desplazando así al exterior los centros de decisión, son también fenómenos fundamentales a la hora de estudiar el creciente repliegue transnacional, al igual que la apertura vivida por la economía española desde su ingreso en la Comunidad Europea.

¿Espejismo periodístico?

La crisis de las multinacionales en España tiene también mucho que ver con el sector en que operan. La recesión del automóvil y las expectativas generadas en los países del Este han castigado especialmente a las empresas del metal, mientras la alimentación o el renaciente textil -purgado ya por la competencia del sureste asiático- viven con menos tensión este fenómeno.

Para los menos, la "fuga de las multinacionales" no es más que un espejismo, periodístico provocado por la espectacularidad de crisis como las que viven Seat-Volkswagen o Santana-Suzuki. De este parecer son quienes sostienen que los recortes decididos por las multinacionales no son más que consecuencia de una crisis que afecta a todos y no distingue entre empresas.

Así se piensa en el Ministerio de Industria. "Aquí no se vive una sensación más que periodística de que se estén marchando las multinacionales", afirma un hombre de confianza del ministro Juan Manuel Eguiagaray, que recuerda que crisis como las de Santana se producen también en otros países. Magro consuelo el de Industria, que compara las dudas de Suzuki con las de sus compatriotas de Honda en Inglaterra, olvidando que éstos están malheridos por la entrada de su competidor BMW en el capital de Rover, y su fuga sería más forzosa que buscada.

También la patronal CEOE defiende tesis cercanas a estas. Es al menos la opinión de Joan Pujol, secretario del brazo de CEOE en Cataluña, Fomento del Trabajo Nacional. Pujol juzga injusto pasar lista de las empresas que se van y olvidar a las que vienen. En su opinión, el repliegue de algunas multinacionales se explica porque son "cambios de orientación". El funcionario patronal entiende que la situación ha mejorado desde las devaluaciones de la peseta y que las explicaciones de algunas crisis obedecen más a razones microeconómicas que a entornos generalizados. Este sería, por ejemplo, el caso de Akzo y La Seda, barridos por la crisis de las fibras químicas. O el de Seat, víctima de problemas que afectan a todo el grupo Volkswagen.

Pujol advierte que las fugas de grandes empresas no se evitan a través de la presión de las Administraciones públicas: "A las multinacionales no les gusta que cuando llegan a España el Gobierno corte la cinta y que cuando se van se las trate de explotadoras. Lo que quieren es normas claras; no se quejan del mercado de trabajo, sino de que cuando quieren tomar medidas duras se les quiera impedir su aplicación con argumentos patrióticos".

Entorno hostil

Pedro Nueno, profesor del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa) no cree tanto en las explicaciones particulares o en las crisis puntuales. "Tanto las decisiones de inversión como las de desinversión tienen un proceso de maduración largo. Son decisiones estratégicas que se estudian durante meses y a menudo durante años", razona Nueno, consultor y buen conocedor del entorno multinacional. En su opinión, este fenómeno afecta mucho más a España que a otros países: "Hemos tenido un entorno absolutamente hostil en los últimos cinco años: altos costes laborales, rigidez del mercado de trabajo, sobrevaloración de la peseta y altos intereses, traslado al extranjero de los centros de decisión de la industria española".

Todo esto se ha conjugado con la revolución tecnológica de los últimos años, que ha favorecido la concentración de los centros de producción. Pero las multinacionales "nunca optan por cerrar los centros de sus propios países". "Lo último que reduce la Bayer es Leverkusen, lo último que ajusta Rhône Poulenc es París. En los próximos meses el cierre de empresas extranjeras. en España va a aumentar y la solución no pasa por la presión a las multinacionales, porque eso es ridículo, sino por crear un entorno menos hostil. La situación es dramática aunque la gente no quiere reconocerlo", sentencia el profesor Nueno.

Las multinacionales se repliegan

"Está todo fatal y todo era previsible. Quizá algún día cambie el ciclo, pero ya no tendremos con qué jugar", opina un ejecutivo que prefiere proteger en la discreción del anonimato la contundencia de sus opiniones. "Todo esto es consecuencia de la política industrial y económico-financiera de Solchaga y Aranzadi. Era absolutamente previsible desde el momento en que Solchaga concentró la política económica en crear una banca sólida para atraer inversiones y proclamó que la mejor política industrial es la que no existe. Y eso afectará a las pymes, que están ligadas a los pedidos de las grandes empresas. ¿A quién encargará Volkswagen las piezas cuando el Polo se fabrique en Praga?", advierte este ejecutivo, que ha trabajado tanto en el sector público como en el privado.La crisis de las multinacionales pone de relieve lo que él denomina "el absoluto fracaso para consolidar algún grupo industrial en España: Corporación Banesto, INI, KIO... Al Ministerio de Industria sólo le interesa la siderurgia, que ha quedado reducida a la miniacería de Sestao. Lo que ha pasado en Amper es una vergüenza en un sector de tecnología punta en el que el primer cliente es el Estado. Aquí los únicos que resisten son los que dependen de la tarifa: Telefónica, Endesa, el gas, el agua, las concesionarias de peaje", vocifera.

Esteban Borrell conoce muy bien el mundo multinacional. Hasta hace poco fue presidente-director general (PDG) de Sanyo en España. En la actualidad es el hombre fuerte del equipo de gestión de Industrias Murtra, una empresa textil de estructura familiar que entre 1988 y 1993 perteneció a una multinacional inglesa. Borrell cree que las multinacionales se van porque en su día vinieron, básicamente, a conquistar un pastel al que no podían acceder desde fuera. "España no ingresó en la Comunidad Europea hasta 1986 y no abrió completamente sus puertas hasta los años 90. El mercado español estaba regulado, muchos productos estaban contingentados o pagaban aranceles. Cuando las multinacionales tenían problemas para introducir el producto, decidían penetrar a través de la fabricación, a través del asentamiento industrial", explica. "En algunos casos, además, había otras razones de estrategia competitiva: aprovechar los costes más baratos de la economía, sobre todo para actividades intensivas en mano de obra", añade Borrell.

"Al quedar las fronteras abiertas, nuestra economía tuvo que competir frente a las industrias del mercado común. Si un mismo producto tiene costes más bajos en Francia que en España, lo lógico es ir reduciendo la fábrica española para producir más en Francia. La única solución es tener ventajas comparativas, que sea más barato fabricar aquí que allí. Pero eso es algo que depende de cada sector", opina el ex PDG de Sanyo. A su juicio, España pierde hoy interés para las multinacionales porque "los costes laborales han crecido más rápido que fuera", algo que atribuye en buena parte a las repercusiones de la política fiscal y monetaria: "Financiar la deuda del Estado y los costes del Estado de bienestar es terrorífico".

"Las multinacionales son muy frías", advierte Salvador Maluquer, secretario de AITPA, una organización patronal que agrupa a las empresas del textil algodonero. "Hay elementos inquietantes que demuestran que, si no una retirada total, sí hay una redefinición de su presencia. Cuando España ha sido interesante por muchas cosas, han venido; pero ahora lo somos menos. Vinieron por un cierto mimetismo: cuando se instalaba una de un sector, sus competidores se sentían obligados a instalarse también. Ahora hay zonas que tienen más números que España, y si a eso se une una recesión...", advierte Maluquer, que opina que "hoy el efecto mimético está actuando en sentido contrario y es muy dificil cambiarlo". A pesar de la tradicional beligerancia del textil en favor de la desregulación del mercado del trabajo, admite que "el tema de las relaciones laborales no es el único problema, ni mucho menos, aunque no es secundario

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