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Determinación contra determinismo

Luis Gómez

Una de las peculiaridades que caracterizan al Madrid de los últimos tiempos es su homogeneidad. Entiéndase ésta, sin embargo, en sentido peyorativo. El juego no rinde tributo a nadie en especial salvo esa obsesión suicida por remitir la sentencia de cada jugada al departamento de infortunios que dirige Zamorano. O ese reciente llamamiento al espíritu tribal. Semejante carencia explica la necesidad que el Madrid ha tenido hasta de recurrir al amparo de personajes efímeros. El último de los conocidos es Morales. Con el chaval se pretendía sustituir la falta de liderazgo por unas dosis de atrevimiento, un acto de maquillaje francamente burdo: por ponerle coloretes el Madrid no iba a deslumbrar en la pista de baile.El Madrid carece de un organigrama aun cuando se admite en algunos círculos que es un conjunto con exceso de organización y método. ¿Quién manda en la defensa? ¿quién dirige las operaciones en el centro del campo? ¿quién transporta la carga letal en el área? El París Saint Germain mostró un exceso de organización no muy diferente a la madridista y una disciplina espartana en algunos aspectos. Pero dispuso de un jugador que transformaba la materia prima en un producto elaborado: Ginola, escorado a la izquierda para desgracia de Chendo.

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Ginola dirigió el partido sin necesidad de ponerse un despacho en el centro del terreno como gustan los clásicos. Por eso su ejemplo dejó más al desnudo las carencias del Madrid, algunos de cuyos aspirantes al puesto de mariscal de campo. tienen querencia por las bandas (Michel por la derecha o los Martín-Vázquez-Prosinecki-Dubovsky por la izquierda). Ginola dejó bien claro cómo el ejercicio del liderazgo no tiene límites y sí un atributo: determinación. Fabricó el gol tras buscarle las vueltas a una jugada de apariencia improbable: había cinco defensas contra dos delanteros. En el Madrid ese problema habría tenido un final distinto: el balón al área, ese largo viaje aéreo que sirve para eludir responsabilidades y dejar la solución a la desigual batalla que Zamorano libra con los astros.

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