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La ONU se opone a la legalización de cualquier tipo de droga

"Estamos en contra de la legalización de cualquier droga, sea dura, como la heroína, o blanda, como el hachís", asegura el informe anual de la agencia de las Naciones Unidas dedicada a combatir el narcotráfico. En este informe se denuncia, además, una creciente cooperación entre carteles, que han demostrado su capacidad de infiltrarse en la escena política y en diversos estamentos económicos, lo que hace más compleja la lucha contra ellos.

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Los sabios de las Naciones Unidas en materia de droga rechazan la legalización como solución global. Gottfried Machata, uno de los 13 miembros de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, puso un ejemplo: "En Holanda, se ha demostrado que la disponibilidad de hachís [que ha sido legalizado] ha conducido a un deterioro de la adicción en el mercado de la droga". El informe, correspondiente a 1993, rechaza la diferenciación entre varias categorías de drogas y advierte que todas son igualmente peligrosas. La agencia considera que la lucha contra el narcotráfico debe acometerse desde tres frentes: cultivo, distribución y lavado de dinero.Desde Colombia a Bulgaria, y desde Estonia a Afganistán, las mafias del narcotráfico han aumentado su influencia política y poder económico colaborando cada vez más estrechamente entre ellas mediante modernas técnicas y complejos sistemas de comunicación. La globalización del consumo ha provocado un acercamiento entre bandas que en la colaboración buscan mayores beneficios y menor riesgo. La internacionalización es un hecho.

La guerra en la antigua Yugoslavia, el terrorismo en Perú, la dramática situación económica en los países de la antigua Europa comunista, han sido entre otros los mejores aliados de los narcotraficantes. Las drogas se almacenan provisionalmente en determinados países (como los de Europa del Este) aprovechando nuevos sistemas políticos con legislaciones débiles o con lagunas, o en otros afectados por guerras civiles, terrorismo, conflictos étnicos o depresión económica.

La antigua diferenciación entre proveedores y consumidores está caduca, según el informe. "Los países consumidores se han convertido en proveedores y viceversa". Los llamados países de tránsito ya no son inmunes a la contaminación, pues en todos ellos ha aumentado sensiblemente el número de toxicómanos.

La insuficiente legislación internacional para prevenir el blanqueo de capitales sigue legitimando el lavado de miles de millones de dólares generados por el narcotráfico. A pesar de que en numerosos países se han introducido nuevas leyes y reglamentos para impedirlo, las complejas tácticas de los narcotraficantes logran penetrar en otros con bancos centrales débiles, prácticas de secreto bancario y controles limitados de divisas extranjeras.

'Impuesto de guerra'

La producción de droga y el narcotráfico han aumentado en Latinoamérica. Perú sigue siendo, el mayor productor de hoja de coca en el mundo y el terrorismo ha complicado aún más la situación de las autoridades, que se ven obligadas a luchar "no sólo contra los cultivadores y los traficantes, sino también contra las guerrillas", cuyos ingresos provienen en gran parte de los impuestos de guerra a las plantaciones ilícitas y a las rutas del narcotráfico. Se calcula que el cultivo de hoja de coca cubre entre 130.000 y 350.000 hectáreas de ese país andino.

Colombia sigue siendo el mayor proveedor del mundo de clorhidrato de cocaína, que se fabrica con pasta de coca introducida de contrabando en ese país desde Bolivia y Perú. A pesar de la intensificación de las medidas de represión en 1992, que lograron desmantelar 224 laboratorios clandestinos y 109 en los cuatro primeros meses de 1993, la fabricación de cocaína sigue en aumento.

Los carteles colombianos han seguido diversificando sus actividades fabricando también heroína y extendiendo sus influencias a otros países del continente. Por ejemplo, Venezuela se ha convertido en un importante país de tránsito, y desde allí los narcotraficantes envían toneladas de cocaína por barco a Europa, y en aviones y pequeñas embarcaciones a EE UU. En Argentina, Brasil y Chile ha crecido también el tránsito de drogas, y desde allí se envían a América del Norte y Europa. En América Central y el Caribe, el mayor problema de la zona es el tráfico de cocaína por los países de tránsito. En Nicaragua éste ha crecido sobremanera "desde que se desmanteló una gran parte del antiguo Ejército Popular Sandinista y se desintegraron las Milicias Populares".

Los mayores problemas con que se ven enfrentadas las autoridades europeas encargadas de la fiscalización de estupefacientes son la abolición de los controles fronterizos de la Unión Europea, la apertura de las fronteras entre los países del Este y el Oeste, y la guerra en la ex Yugoslavia.

El conflicto bélico en los Balcanes ha desmantelado la tradicional ruta del narcotráfico Turquía-Bulgaria-Yugoslavia-Austria-Alemania, y los traficantes de la zona han ampliado su radio de operaciones a través de Polonia, Hungría, Rumania, las Repúblicas Checa y Eslovaca para llegar a los países de Europa central y occidental.

En la Comunidad de Estados Independientes (CEI) ha crecido el narcotráfico por carretera, ferrocarril y vía aérea. El aumento de la delincuencia en Bielorrusia, la Federación Rusa y Ucrania está ligado con el narcotráfico. En 1992 se descubrieron en Bielorrusia 618 bandas de delincuentes relacionados con la droga. En ese mismo año en la Federación Rusa, el número de delitos relacionado con la droga superó los 29.000.

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