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Casi toda la magia en un mismo lugar

Los ilusionistas madrileños se reúnen para homenajear a su patrón, san Juan Bosco

La festividad de san Juan Bosco cayó el 31 de enero, pero fue ayer cuando los miembros del Círculo Mágico de Madrid se reunieron en honor de su patrono, quien, además de bienaventurado y milagrero, era también ilusionista. Estaban casi todos, salvo notables ausencias, como la del amado Juan Tamariz, del que todos hablaban como genio e impulsor de la magia en nuestros días, y que no pudo asistir al acto. Y pocas mujeres, que las ilusionistas no abundan. Como dijo el empresario Francisco García Cabrerizo, patrono-presidente de la fundación que lleva su nombre, dedicada a la promoción de la inventiva española: "Quizá sea debido a que nuestra sociedad es machista. La capacidad de asombro ha sido adjudicada casi siempre al hombre. Las heroínas surgen cuando fallan los hombres. Aunque casi siempre hay una hermosa mujer en los espectáculos de magia, sin embargo, aquí se subordina la belleza a la ilusión". El actor Carlos Lamas, actual. presidente de la asociación, apostilló: "El mago necesita embrujar; las mujeres son hechiceras de por sí".Esta asociación, perteneciente a la SEI (Sociedad Española de Ilusionismo), nació en 1943 y cuenta hoy con unos 200 socios. Los magos madrileños tuvieron su primera sede en una zapatería sita en el número 33 de la calle de la Cruz. El dueño del establecimiento era el mítico Ángel Pereda, un entusiasta del ilusionismo que cada martes organizaba en su tienda tertulias mágicas. En la fiesta de ayer estaban presentes algunos de aquellos pioneros del arte de birlibirloque que acudían a la zapatería: el maestro de la cartomagia Arturo de Ascanio; el doctor, erudito y teórico de la magia Alfredo Florensa; el mago y escritor Santiago de la Riva, y García Cabrerizo, que acudía a aquellas reuniones siendo un chaval con pantalón corto, y comenta: "Los magos no acostumbran a patentar sus inventos; cultivan el secreto".

Tamariz, corroborado unánimemente por todos los iniciados, siempre ha dicho que Arturo de Ascanio es el maestro indiscutible. García Cabrerizo recuerda que era tal la pasión de Ascanio por la magia que, sin saber inglés, copiaba a pluma libros enteros que había en la zapatería de Pereda para que luego se los tradujeran; aprendió inglés sólo para entender los libros de magia. Cuando le preguntan a Ascanio por sus maestros, afirma: "En primer lugar, es un honor que me llamen maestro quienes lo son para mí. Pero todo empezó cuando leí el libro Juegos de manos, del profesor Boscar; lo compré en 1943, y me costó 15 pesetas".

En el ilusionismo están representadas todas las profesiones: abogados, ingenieros, sacerdotes, médicos, oficinistas. Como muestra de esta variopinta dedicación, tras el banquete se celebró un espectáculo en el que intervinieron Antonio Romero, un madrileño de 30 años, ingeniero industrial y mago del año de la SEI; el puertorriqueño Carlo; Armando Gómez, Premio Nacional dé Magia de Cerca, y el mago Miguel Ballester, que también es neurocirujano.

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