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300 personas exigen ante los juzgados que se aclaren las circunstancias que rodearon la muerte de Susana Ruiz

El caso de Susana Ruiz sigue abierto. Hace un año, el cadáver de esta estudiante de 16 años apareció con los pantalones bajados y semienterrado en un descampado de Vicálvaro. Al mediodía de ayer, unos 300 vecinos, familiares y compañeros de la fallecida se concentraron ante los: juzgados de la plaza de Castilla pidiendo el esclarecimiento de los hechos. "Queremos justicia", Coreaban. Los gritos arreciaron cuando la madre de Susana, Justina Llorente, mostró emocionada su foto.La autopsia no encontró signos de violación ni rastros de droga. Pero la familia y los compañeros del instituto de Las Musas, donde estudiaba Susana, tienen sus dudas y quieren dar n impulso a la investigación para aclarar las causas de la muerte.

Los padres; su abogado, el letrado Hermenegildo Pérez Bolaños, y el director del instituto conversaron ayer con la titular del Juzgado de Instrucción número 16, Ana Ferrer, que lleva el caso.

Quieren que interrogue a 24 conocidos y amigos de Susana y que practique 19 careos entre estos jóvenes que el 9 de enero de 1993 -fecha en que la chica desapareció de su casa- estuvieron con la fallecida en una caseta próxima al sitio donde fue hallado su cuerpo.

La familia, que salió. satisfecha de su entrevista con, la juez, está convencida de que la joven fue asesinada, hecho no demostrado por la investigación policial. Sus sospechas se centran en los jóvenes que rodearon a la víctima en sus últimas horas. "Hay muchas contradicciones en sus declaraciones" manifiesta Ángel Ruiz, padre de la joven. Lo que les desespera es que en doce meses no se haya aclarado nada.

El catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Sevilla, Luis Frontela, contratado por la familia, considera que los informes elaborados hasta ahora no ofrecen una explicación suficiente de la muerte. Este forense ha participado en casos conocidos, como el crimen de Los Galindos, que quedó sin aclarar, o el síndrome tóxico, donde, al principio, mantuvo que el envenenamiento se debió a los metales liberados por las sartenes.

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