Los musulmanes de Mostar reiteran sus críticas a los 'cascos azules' españoles
El batallón español de cascos azules destacado en Bosnia-Herzegovina que opera en Mostar se encuentra en una de las zonas más calientes de la antigua Yugoslavia, donde combaten croatas y musulmanes. Tal vez eso explica las duras críticas de las que son objeto por parte de sectores de la población musulmana, desde el alcalde hasta el personal del hospital, que les acusan de pasividad y falta de colaboración con los habitantes más necesitados. Una denuncia efectuada a, finales de enero fue rechazada con rotundidad por el Ministerio de Defensa.
Los cascos azules españoles están a cargo de la ruta del Neretva, muy disputada por ser de gran importancia estratégica en una zona de paso de buena parte de los convoyes de ayuda humanitaria con destino a Sarajevo y Bosnia central. La carretera que discurre en paralelo al río Neretva desde la costa adriática hacia el norte de Bosnia está cortada entre Mostar y Jablanica por la destrucción de los dos puentes de Bijela, por lo que los convoyes deben realizar un rodeo a través de una pista de montaña, hábilitada por los zapadores españoles como ruta alternativa.Junto a las misiones de escolta, los cascos azules están presentes de manera' permanente en el sector oriental de Mostar, con un destacamento de 30 hombres que es relevado cada 48 horas., Los mandos y el Gobierno presentan con orgullo esta misión en la emblemática ciudad, que es probablemente la que comporta mayores riesgos. Desgraciadamente, los hombres de la Agrupación Madrid y anteriormente los de la Agrupación Canarias no han podido evitar los brutales bombardeos lanzados por la artillería croata que han destruido por completo el barrio musulmán.
La decisión de mantener una patrulla permanente en Mostar no se fraguó en los despachos del alto mando de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (Unprofor), sino que fue impuesta ñor la población civil de la ciudad en agosto pasado, cuando mantuvo retenidos durante cinco días a los 52 miembros de la escolta de un convoy humanitario que había entrado en la ciudad.
Para los desesperados habitantes del sector oriental de Mostar, la presencia física de tropas de la ONU era la única esperanza a la que aferrarse en el infierno que supone vivir permanentemente bajo las bombas, y un alivio psicológico más que una protección real. Seis meses después se ha comprobado que dicha compañía no ha frenado los instintos de los artilleros croatas, que han llegado a disparar una granada que estalló en los sacos terreros que protegen la entrada de la Casa Azul, que alberga a los soldados españoles.
La población esperaba más
La población esperaba más de los cascos azules. Las críticas afloran cuando hablan de ellos. Algunas muy duras, como la del doctor Zlatko Guzin, cirujano del hospital, que se queja de la lentitud -"hasta tres horas", dice- cuando se trata de evacuar a heridos, "ya que tienen que comunicar previamente con MedJugorje y pedir permiso". O cuando señala el hecho de que en la base española de Dracevo hay tres médicos especialistas "que no se mueven de allí. Sólo viene el traumatólogo para evaluar cuándo hay que evacuar a alguien". 0 cuando lamenta la negativa del batallón español a las peticiones de gasolina para el generador del hospital.
Smail Klaric, alcalde de Mostar este, representa la opinión más contundente: "Sólo están sentados en los blindados, sin hacer nada. Ni patrullan, y encima no informan de lo que ocurre. Sé que viven en condiciones difíciles, pero deben realizar su trabajo honestamente. No queremos que se pongan de nuestra parte, sólo que sean objetivos".
El alcalde reitera sus acusaciones contra miembros del batallón español de haber adquirido tesoros robados de los museos destruidos por cantidades ínfimas de dinero o de tabaco. Muestra papeles y habla de pinturas antiguas, utensilios milenarios o una antigua arma turca. '7enernos los nombres de algunos vendedores, que están bajo proceso", asegura.
Abundan también las críticas a lo que se considera pasividad de los cascos azules cuando sus blindados de escolta de convoyes son retenidos en los controles del Consejo de Defensa Croata (HVO). En algunos casos, el capricho de una pandilla de milicianos ha sido capaz de mantener bloqueado un convoy durante horas. En otros, la caravana se ha visto obligada a dar marcha atrás. Algunos soldados confiesan haber vivido situaciones en las que les hierve la sangre.
En Madrid, el Ministerio de Defensa rechaza categóricamente, las acusaciones contra los españoles, que considera tanto más paradójicas cuanto que los mismos cascos azules fueron acusados anteriormente por los croatas de todo lo contrario, es decir, de ayudar a los musulmanes. Fuentes militares aseguran que el alcalde de Mostar ha exigido de la agrupación española que rompiera su neutralidad para informarle de los movimientos croatas, a lo que los cascos azules se negaron.
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