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La RAI se cura en salud para una campaña política al rojo vivo

Cinco corresponsales vigilarán la neutralidad de la televisión italiana

Un hecho tan polémico y sin precedentes como el paso a la política de un coloso de la comunicación del calibre de Silvio Berlusconi tenía, por fuerza, que provocar una conmoción entre los profesionales de la información en Italia y convertir la campaña electoral en una batalla cam pal televisiva. La realidad ha respondido a las peores previsiones. Hasta el, punto de que la televisión estatal, RAI, ha decidido someterse a la vigilancia de un comité de corresponsales extranjeros, y de que la cadena estatal y Fininvest -el grupo de Berlusconi- han tenido que acordar un código común de conducta.

El acuerdo sobre dicho código, firmado el viernes pasado por el presidente de la RAI, Claudio Dematté, y por Fedele Confalonieri, sustituto de Berlusconi en la presidencia de Fininvest, rompe el clima de agresiones verbales que predominaba entre ellos mismos poco antes y responde a presiones de las más altas instancias del Estado, incluido el presidente de la República.Ese código alivia momentáneamente el problema, pero no satisface a los periodistas. El acuerdo recoge una serie de principios básicos, como la separación entre las opiniones y los hechos; el rechazo del espectáculo, si el precio es convertir el plató en un escenario de batalla; la selección equilibrada de los invitados a los debates y del público; así como la recomendación de moderación y neutralidad a los conductores de los programas.

El compromiso no ha satisfecho precisamente a los moderadores, que lo han entendido como un corsé capaz de arruinar sus programas. "Quieren un conductor-mayordomo, un presentador a la medida del candidato", ha dicho Maurizio Costanzo, estrella de Telecinco. Y Michele Santoro, presentador del debate de más audiencia de la RAI, ha advertido que es posible que, en las nuevas condiciones, suspenda su programa.

Regulación interna

Tanto la RAI como el grupo Fininvest se han dotado, además, de normas de regulación interna. Las emisoras de Berlusconi cuentan ahora con un garante, que es un alto cargo de la empresa, encargado de velar por la corrección de la información.La RAI, por su parte, ha designado a cinco corresponsales extranjeros en Roma -un norteamericano, una mexicana, un alemán y dos suecos- para que vigilen el comportamiento de la televisión estatal durante la campaña. Esta última iniciativa ha suscitado auténticas iras entre conocidos periodistas italianos, que la han calificado de "innsensatez" y han afirmado que es "una muestra del provincianismo de Italia".

Por el contrario, uno de los corresponsales seleccionados ha dicho que la solución adoptada es una prueba de la apertura democrática de Italia. En cualquier caso, no están claras las normas de funcionamiento del grupo, constituido por periodistas que llevan muchos años en Italia.

Todas estas medidas se han producido tras una etapa de turbulencias. Berlusconi se había negado incluso a comparecer en programas de la RAI, por considerar que la televisión estatal le atacaba. En una ocasión telefoneó en pleno debate para protestar porque se sentía insultado. A su vez, desde la RAI se ha calificado a Fininvest de "televisión-partido" y se ha protestado, como lo ha hecho la prensa no directamente vinculada a il cavaliere, por la atención de las emisoras de Berlusconi a sus actos políticos.

Públicos o privados

Esta situación coincide con una reforma de la RAI teóricamente orientada a romper su dependencia tradicional de los partidos políticos, pero que, según los críticos, está reforzando el poder de la izquierda sobre la cadena.El aterrizaje político de Berlusconi, que posee tres de las cuatro emisoras nacionales privadas de televisión existentes en Italia, ha actualizado, por otra parte, el debate sobre la propiedad pública o privada de los medios.

Y la polémica no enfrenta sólo a profesionales de la RAI con los de Fininvest, ya que en casa de Berlusconi ha habido también grandes peleas.

Su lanzamiento como presidente del movimiento político Forza Italia planteó, en los medios de comunicación de Fininvest, la polémica de si el periodista debe servir al público o a las necesidades del dueño de la empresa. Se mostraron contrarios a la operación Forza Italia tanto el director de la revista Panorama, Andrea Monti, como el presentador Costanzo. Además del portazo a Berlusconi del veterano Indro Montanelli, quien dejó la dirección de Il Giornale para preservar su independencia.

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