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El presidente de Brasil, en la picota por un escándalo en carnaval

Envuelto en el clima de tropical sensualidad que suele dominar los festejos del carnaval de Río de Janeiro, el presidente de Brasil, Itamar Franco, se ha visto envuelto en un escándalo pasto de las primeras páginas de la prensa local y que pone en cuestión incluso su propio futuro político.

Durante la Pasarela de la Samba, la modelo Lilian Ramos, semidesconocida ex conejita de la revista Play Boy, llegó al palco presidencial escasamente vestida y sin ropa interior. Desde allí presenció, o presidió, el desfile de la mano de Franco, divorciado hace más de 20 años. Docenas de fotógrafos, de espaldas al desfile, registraban junto con la tierna escena, la generosa exhibición de la modelo, quien de vez en »cuando bailaba levantando los brazos y también la camiseta, sin nada debajo.Al día siguiente, el presidente la llamó por teléfono para decirle que estaba ansioso por besar "esa boca tan bonita" y para declararle que estaba loco de pasión por ella. "Entonces, ¿por qué te vas de Río de Janeiro?", preguntó ella. "Si tú me lo pides, me quedo", replicó el fascinado jefe de Estado, sin sospechar que, al otro lado de la línea, la bella Lilian, rodeada de reporteros, fotógrafos y cámaras de televisión, disfrutaba de la inesperada fama, burlándose al mismo tiempo de su augusto interlocutor.

Al darse cuenta del ridículo, Franco decidió viajar hacia su ciudad natal, Juiz de Fora, pero el asunto ya se había convertido en la comidilla de políticos del Gobierno y de la oposición, de la influyente iglesia brasileña y del empresariado.

Juicio político

El diputado socialdemócrata Sigmaringa Seixas, que apoya al Gobierno, admitió que el escándalo justifica la apertura de un juicio político contra Franco por proceder "de manera incompatible con la dignidad, el honor y el decoro del cargo". Seixas se refería a la misma ley que se aplicó en 1992 para deponer al entonces presidente Fernando Collor de Mello."Esto es gravísimo", dijo un portavoz del arzobispo de Sáo Paulo, Paulo Evaristo Arns. El caudillo conservador Antonio Carlos Magalhaes consideró, por su parte, "lamentable que el presidente haya llevado el país a semejante embarazo ante la opinión pública mundial. Si esto hubiera ocurrido en otros tiempos, el Gobierno ya habría sido depuesto".

Al exponer al ridículo al jefe de Estado, el escándalo debilita la posición de Franco justamente cuando se dispone a implantar un controvertido programa de lucha contra la inflación y el déficit público. El presidente de la poderosa Federación de Industrial del Estado de Sáo Paulo, Max Schrappe, consideró que la actitud del presidente no contribuyó precisamente a fortalecer la credibilidad del Gobierno.

Hay quien considera sorprendente la facilidad con que la modelo en camiseta pudo entrar al palco presidencial, y ya se extiende la sospecha de que el escándalo haya sido cuidadosamente planificado por intereses poderosos que se verían perjudicados por el nuevo programa económico. "Alguien puso ese puerco encima del árbol", comentó el diputado Miro Teixeira, quien sugirió que, por sí sola, la modelo no habría podido acercarse al presidente.

El sindicalista Luis Antonio de Medeiros comentó: "Esa muchacha montó un escándalo a propósito; gracias a Dios que el ministro de Hacienda, Fernando Henrique Cardoso, no estaba en el palco pues, en ese caso, la única salida habría sido entregar el programa económico a Dios".

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