Conducir cantando
A veces, sólo a veces, consigo ser feliz conduciendo en Madrid, consigo pasarlo bien. Esto solamente me ocurre cuando, yendo sola, me dedico a emular a cualquier voz melodiosa que resuene dentro del coche. Es entonces cuando olvido la tensión, las trampas de mis colegas al volante y el retraso inminente al que estoy abocada.Si lo consigo, me relajo y disfruto, incluso apago la calefacción, porque me acaloro de alegría de airear todo mi estrés, y por si fuera poco consigo motivar la hilaridad de algún que otro competidor en el rally del tráfico madrileño. No, no estoy promocionando un nuevo karaoke. Simplemente sugiero que, a veces, como en la ducha, cantar desata desahogos, incita a la risa, y sobre todo convierte algo tan cicatero al buen humor como es un atasco en algo absurdo, pero sin duda saludable. Es sólo una recomendación; a mí me funciona.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.