España rechaza las ofertas de la OTAN para que participe en los ataques aéreos en Bosnia
España ha rechazado los requerimientos que le ha dirigido la OTAN para que se sume a la fuerza aérea dispuesta a intervenir en Bosnia-Herzegovina. En las sucesivas rondas de consultas realizadas por el secretario general y por los mandos militares aliados, los representantes españoles han respondido que la contribución de España a la resolución del conflicto es, por el momento, más que suficiente. Sólo si las operaciones aéreas se prolongaran y fuera necesario relevar a parte de los aviones presentes en la zona podría activarse la oferta de seis cazabombarderos F-18, aún vigente, que en su día hizo España.
El último de estos sondeos, de carácter extraoficial, se hizo hace un mes a través de los representantes militares ante la OTAN y la respuesta fue negativa, como en ocasiones anteriores.Aunque en principio se cuestionó que el Ejército del Aire español pudiera realizar "ataques quirúrgicos", fuentes militares sostienen que el F-18 es el mejor avión de combate en servicio en Europa y que no hay inconvenientes técnicos ni operativos para participar en la operación, si el Gobierno da el visto bueno.No obstante, con cerca de 160 aviones a su disposición, el almirante Michael Boorda, jefe del comando sur de la OTAN, cuenta con medios de sobra para eliminar las baterías que cercan Sarajevo, en el caso de que la ONU autorice ataques cuando expire el ultimátum, el próximo día 21.Además de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Holanda y Turquía han contestado positivamente al requerimiento para aportar aviones a los planes de la OTAN. En estas condiciones, la participación española no se considera necesaria, por lo que su negativa no ha disgustado en la OTAN.Seguridad de los 'cascos azules'Otra situación se plantearía si una escalada del conflicto obligara a prolongar las operaciones aéreas y fuera necesario relevar a los aviones de otros aliados.
El Gobierno español dijo en su día que la oferta de los seis F-18 de la base de Zaragoza se limitaba al control del espacio aéreo, pero parece difícil que España pudiera negarse, por ejemplo, a defender a las tropas de la ONU, cuando sus propios cascos azules están bajo la protección de los aviones de la OTAN.
El argumento esgrimido por España para no intervenir en la misión es que ya colabora de sobra a la resolución del conflicto con sus 1.200 soldados desplegados sobre el terreno; además de dos fragatas, un avión P-3 Orión y una patrullera de la Guardia Civil que controlan el embargo a Serbia. No se dice expresamente, porque otros países están en igual situación, pero también pesa el deseo de preservar cierta neutralidad, para no poner en peligro a los cascos azules.España se resistió incluso al envío de controladores aéreos, encargados de guiar a los aviones que deben proteger a los soldados de la ONU, por temor a que pudiera entenderse como un acto hostil por los bandos en conflicto, y sólo lo hizo a remolque de los demás países con tropas en la zona. La protección que prestan estos aviones, y sobre todo la amenaza de la OTAN de responder con contundencia a cualquier agresión contra las fuerzas de la ONU, es ahora la única defensa eficaz para los soldados.Tanto el cuartel general de la ONU en Bosnia-Herzegovina como el Estado Mayor de la Defensa han elaborado planes de repliegue y evacuación de los cascos azules, pero de momento no hay previsión de ponerlos en marcha. La ONU ni siquiera ha reagrupado a los observadores militares -entre ellos, 15 españoles- que tiene dispersos por la antigua Yugoslavia, incluidas las zonas bajo control serbio, cuyo riesgo es muy superior, por estar desarmados y en pequeños equipos, al de los cascos azules.
De momento, la única medida preventiva ha consistido en la práctica suspensión de las escoltas de convoyes, forzada en realidad por la decisión de las organizaciones humanitarias, y en la limitación de los desplazamientos.El envío al Adriático del portaaviones Príncipe de Asturias, pedido la semana pasada por el Partido Popular para apoyar una eventual evacuación de los cascos azules españoles, tropieza con un inconveniente técnico: hasta finales de marzo, el buque insignia de la Armada se encuentra inmovilizado debido a la realización de las tareas de mantenimiento de carácter anual.
El año pasado, la Armada tuvo que suspender estas tareas ante la orden del ministro de Defensa de que el portaaviones se preparara para zarpar hacia el Adriático, aunque finalmente no llegó a hacerlo.
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