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La incompatibilidad entre el AVE y el TGV impide que traspasen las fronteras

El tren de alta velocidad español (AVE) es incompatible con su homólogo francés (TGV), a pesar de que ambos salen de la misma factoría Alsthom y su tecnología es idéntica. Esta incompatibilidad impide al AVE circular por la red de alta velocidad francesa, y viceversa. Por esta razón, la línea Madrid-Barcelona-La Jonquera no se proyecta para tener continuidad hasta Francia. Cada tren llegará hasta la raya fronteriza y se detendrá allí.

El caso hispano-francés no es un hecho aislado en Europa. Los cuatro trenes que circulan actualmente sobre líneas de alta velocidad están en la misma situación. Ninguno de ellos puede circular por las líneas de otro.La situación resulta grotesca cuando se contemplan los mapas de los grandes ejes de comunicaciones ferroviarias de alta velocidad que la Comisión Europea ha planificado para las próximas décadas.

Un sueño irrealizable

Hacer los trayectos Sevilla-Madrid-Berlín o Barcelona-ParísBruselas no deja de ser un sueño pintado sobre papel. En la vida real, habrá que bajar y subir a trenes distintos más de una vez durante el recorrido.Según Alfonso González-Finat, jefe de división de la dirección general VII de transportes de la Comisión de Transportes de la CE, esta situación ha repercutido en el retraso de la entrada en servicio del tren de alta velocidad que va a prestar servicio entre el Reino Unido y el continente europeo, a través del túnel del canal de la Mancha.

Esta línea está prevista para enlazar Londres con Bruselas y París, pero los técnicos todavía no consideran satisfactorias las pruebas del rodaje de un tren diseñado para circular por tres sistemas diferentes: el belga, el francés (cuya catenaria es aérea) y el británico, en el que la alimentación eléctrica se efectúa por el suelo a través de un patín.

González-Finat describió estas paradojas en la clausura del Master de Ingeniería de Tráfico patrocinado por la Fundación General de la Universidad Politécnica de Madrid, donde quedó patente cómo las nuevas teconologías desarrollan avanzadísimos medios de transporte y comunicación, mientras, a pie de tierra, continúan firmes millares de barreras obstaculizando el libre tránsito entre los países de la Unión Europea.

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La palabra clave para derrumbar estas barreras se llama "interoperatividad". Basándose en ella, la Unión Europea tiene en marcha varios programas de trabajo, algunos de los cuales llevan operando más de tres años. Se llaman eurocabina, eurobaliza y euro-radio, y tratan -ni más ni menos- de intentar armonizar los sistemas operativos de todos los países de la Unión: armonizar las cabinas de los conductores, las balizas de las vías desde donde se emiten las señales hasta el ordenador de a bordo que dirige el tren, las señales de radio, etcétera.

Sin conexión europea

De momento, ninguno de los cuatro trenes de alta velocidad que operan en Europa tienen conexiones entre sí. Todos circulan en tramos internos de cada país entre destinos que no van más allá de los 600 kilómetros, la distancia límite a partir de la cual dejan de ser competitivos frente a los aviones.La construcción del AVE entre Barcelona y Francia, prevista para el año 2005, si no se ha introducido antes la interoperatividad, no tendrá otro sentido más allá que el de reducir el tiempo en alcanzar el límite de los Pirineos, pero hará necesario el cambio de tren si se quiere proseguir el, viaje.

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