El Parlamento japonés aprueba una reforma política aguada que satisface a los diputados más corruptos
Los escaños parlamentarios conservadurismo japonés, algunos ocupados por cualificados representantes de la corrupción nacional, se felicitaban ayer después de que el pleno de las dos Cámaras aprobase una versión' aguada de las reformas promovidas por la coalición en el Gobierno. La gesticulación retozona, y caralegre del veterano diputado Noburo Takeshita, primer ministro hasta suderribo por el escándalo de la Recruit, contrastaba en el hemiciclo con la circunspección de Morihiro Hosokawa, el gobemante que intentó hasta el final una modernización más ambiciosa que la secundada ayer.
El Parlamento concluyó ayer el periodo anual de sesiones, tope que se impuso Hosokawa para intentar las reformas políticas de mayor audacia emprendidas nunca desde la II Guerra Mundial. El primer ministro, cuya gestión es aprobada en las encuestas por el 70% de los japoneses, se asegura así por los pelos la continuidad en un cargo ocupado desde que en agosto del pasado año una coalición de siete partidos agrupase fuerzas para desbancar al conservador Partido Liberal Democrático (PLD), en el poder durante 38 años.Hosokawa aceptó la mayoría de las exigencias de la oposición liberal para evitar una crisis de Gobierno que hubiera coincidido con una grave recesión económica, y para garantizar también algún cambio político capaz de erosionar al la larga las viejas estructuras de posguerra. De hecho, las modificaciones introducidas en el marco electoral son las más importantes en 40 años y equilibran el voto urbano, antes desfavorecido, con el rural.
El primer ministro no dudó en reconocer una marcha atrás en su proyecto inicial, pero subrayó en su descargo que al menos ahora el recorrido del dinero sucio "será más fácil de rastrear". Hosokawa y la dirección de los siete partidos en coalición, aceptaron a regañadientes una modificación del sistema electoral más cercana a las aspiraciones del PLD, artífice, benefactor y beneficiario de la corrupción institucionalizada. Fue anulada también, pese a que muchos socialistas amenazaron con un motín, la disposición que prohíbe a empresas y corporaciones la entrega de dinero a los políticos, pero la coalición pudo imponer una cláusula que establece su recepción a través de terceros previamente identificados. El primer ministro dijo que esta última había sido una decisión muy dificil, aunque precisó que "se establece claramente que dentro de cinco años las donaciones quedarán prohibidas".
La fábula de Esopo
Un editorial del influyente periódico Asahi Shimbun comparaba la, impericia demostrada por la: coalición con la fábula de Esopo en la que un león a punto de comerse un conejo cambia de presa al observar la cercanía de un ciervo. Cuando el venado escapa, la fiera regresa a por el roedor, pero éste también ha huido.
El proceso negociador que ha culminado con la aprobación de una reforma atravesó un momento en que los liberales, de gran presencia en el Parlamento, acusaron desfallecimiento y se mostraron dispuestos a un acuerdo, más ventajoso para Hosokawa que el suscrito finalmente. La coalición, con la moral alta después de que en noviembre la reforma hubiera sido aprobada por la Cámara baja, quiso ir a por todas y despreció la oferta. El PLD la retiró al comprobar que 17 diputados del partido socialista, el mayor de la coalición, estaban en contra.
En la certeza de que los rebeldes malograrían nuevas votaciones, Hosokawa buscó el compromiso. Tampoco el PLD anduvo sobrado de fuerzas. El ex primer ministro Toshiki Kaifu apremió un arreglo saliendo al paso de quienes querían apuntillar la totalidad de la reforma.
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