_
_
_
_

Las bombas se ceban en los niños de Bosnia

La muerte bajo las granadas de mortero de 10 niños el pasado fin de semana en Sarajevo y Mostar supuso un nuevo golpe, uno más, en las ya acartonadas conciencias de la comunidad internacional sobre los efectos de la guerra en Bosnia-Herzegovina. Sólo en la ciudad de Sarajevo,1350 niños han muerto en los 21 meses que dura el asedio de las fuerzas militares serbias contra la capital bosnia, que se ha cobrado un total de 9.770 vidas de civiles.

El dramático episodio del fin, de semana tuvo su epílogo, ayer, cuando otros dos niños heridos en el ataque del sábado en Sarajevo fueron evacuados hacia Bolonia. Dejaban atrás las calles nevadas manchadas de sangre del barrio de Alipasino Polje, donde se deslizaban con sus trineos cuando la granada descuartizó los cuerpos de sus seis amigos.En una hospital de la ciudad italiana los hermanos Elvir y Admir Alimethodzic, de 13 y 11 años, tal vez podrán salvar sus piernas, seriamente quemadas a causa de la explosión. Un tercer chico de 16 años, que corre serio peligro de perder la visión, fue trasladado a los Emiratos Arabes Unidos. Hasta el último mínuto, las milicias serbias que controlan el acceso al aeropuerto de la capital bosnia amenazaron con impedir la evacuación de los heridos.

En una guerra sin reglas como la de Bosnia, los niños están llevando la peor parte de todas las víctimas inocentes: desde los cientos de miles de refugiados o desplazados, hasta aquellos que están siendo utilizados por los combatientes como escudos humanos, pasando por los huérfanos o los bebés abandonados por sus madres que no aceptan el fruto de su violación. Según informes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), aproximadamente un 50% de los 3,8 millones de desplazados y refugiados por la guerra en la antigua Yugoslavia son niños. Uno de los problemas más graves para la salud mental de los niños refugiados es la pérdida de sus referentes, causada por la desintegración familiar. Responsables de centros de acogida estiman que la mitad de los niños de Sarajevo, por citar un ejemplo, ha visto cómo mataban a una persona ante ellos.

Muy pocos países pueden proporcionar el tratamiento psicoterapéutico necesario para suavizar los efectos de la guerra en los pequeños y evitar traumas irreversibles. Un profesor de un colegio de Austria, país que acoge a unos 40.000 niños Bosnia describía a estos refugiados como "niños con el alma herida".

Romper el anonimato

Las víctimas infantiles tienen también sus símbolos. Son aquellos que consiguieron salir del anonimato gracias a la repercusión en los medios de comunicación de acciones aisladas de algún gobierno europeo.

Por ejemplo, la opinión pública occidental se enteró en verano pasado de la existencia de Irma Hadzimuratovic, una niña de cinco años con meningitis, los nervios dorsales dañados y múltiples infecciones, cuando fue evacuada de Sarajevo hacia Londres.El primer ministro británico, John Major, movió sus peones para salvar la vida de la pequeña Irma, quien, de repente, se convirtió en un fenómeno televisivo que dio la vuelta al mundo. Distinta suerte corren los niños enfermos o heridos de Gorazde, Srebrenica, Zepa y tantos otros enclaves aislados en los que la, ONU y las organizaciones humanitarias no pueden entrar porque las milicias de uno u otro bando se niegan a levantar, ni por unas horas, el cerco. ,

En diciembre, poco antes de Navidad, Zlata Filipovic, fue evacuada de Sarajevo hacia París. En este caso, no se trataba de ningún herido o enfermo sino de una niña de 13 años que escribió un diario patético de su experiencia bajo la guerra. Las autoridades francesas y destacados representantes del mundo cultural galo iniciaron una campaña para sacar a Zlata del infierno de Sarajevo. Hoy es una refugiada que viaja por las capitales europeas para promocionar su libro y que, en París, podrá continuar su vida truncada de estudiante.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_