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El nuevo Partido Popular Italiano discute si se alía con partidos a su derecha

Liga, sí; Liga, no. La alternativa sobre una eventual alianza con las fuerzas lombardas de Umberto Bossi, unidas al empresario Silvio Berlusconi para crear una nueva derecha, pesó ayer sobre la asamblea fundacional del Partido Popular Italiano (PPI), que nace clara y peligrosamente dividido acerca de este tema. Roberto Formigoni, se cretario del PPI lombardo y exponente derechista de su partido, anunció que dejará que sus militantes decidan si colaboran o no con Bossi. Esa posibilidad parece, en cambio, descartada por el secretario nacional del PPI, Mino Martinazzoli, que ayer vio considerablemente reforzado su liderazgo.

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La asamblea del PPI dio, en efecto, la impresión de que el intento de transformación de la vieja Democracia Cristiana (DC) en una fuerza centrista actualizada puede tener éxito, aunque se haya llegado a él con gran retraso. Y Martinazzoli, como padre del invento, recogió ayer las mieles de esa apariencia favorable de su iniciativa.Agasajado y aplaudido como nunca -"menos aplausos y más votos", pidió en un momento para orientar los esfuerzos de la asamblea- el último secretario democristiano y primero popular, con plenos poderes hasta que el PPI celebre su primer congreso, tuvo la satisfacción de ver nacer ayer a su criatura en un Palacio de Congresos abarrotado por más de 4.000 personas, en lugar de las 2.500 inicialmente esperadas.

Figuras como Amintore Fanfani, el segundo líder del medio siglo exacto de historia que ha tenido la DC, Flaminio Piccoli o Furio Colombo, se sentaban en las primeras filas, donde no estuvo el ex presidente de la República, Francesco Cossiga, porque, según dijo, nadie le había invitado. Ausentes también Giulio Andreotti, Antonio Gava, Paolo Cirino Pomicino, Riccardo Misasi y todas las personalidades democristianas de las dos últimas décadas que han terminado bajo investigación judicial por delitos de corrupción o Mafia. La asamblea acogió, en cambio, con un aplauso cerrado al actual ministro del Interior, Nicola Mancino, que, por estar sujeto a unas diligencias sobre el presunto robo de fondos de los servicios secretos, el pasado viernes presentó una dimisión que le fue rechazada.

Pero el debate sobre la alianza electoral con la Liga Norte, y más en general con la derecha, estuvo suficientemente presente en los pasillos como para demostrar que, pese al entusiasmo que suscitó ayer, el PPI nace con dos almas como las que provocaron la escisión final de la DC. La creación del Centro Cristiano Democrático (CCD), que verá la luz hoy también en Roma, no ha liquidado, pues, el viejo enfrentamiento entre políticos católicos de derechas e izquierda.

"Estoy contenta de que Martinazzoli haya dicho no a la Liga. Nosotros somos otra cosa, algo profundamente diferente de la Liga", comentó la izquierdista véneta Rosy Bindi, una de las figuras emergentes de la nueva generación que tomará las riendas del PPI. "Es verdad que somos distintos, pero los acuerdos electorales se hacen precisamente entre fuerzas diferentes", replicaba el filósofo Rocco Butiglione, próximo a Juan Pablo II y afín, como el citado Roberto Formigoni, al movimiento Comunión y Liberación, que promueve a Butiglione como sucesor de Martinazzoli en la secretaría.

Una voz única

Ni Bindi ni Butiglione se dieron por aludidos cuando el líder actual pidió en su discurso que se eviten "locuacidades inconsistentes" para "hablar con voz única". En cuanto a Martinazzoli, que el pasado viernes dejó claro al ex democristiano Mariotto Segni que no ve posible acuerdo alguno con la Liga, en su discurso de ayer sostuvo que "las alianzas deben buscarse en todas direcciones, pero mediante coincidencias que sean coherentes y no ficticias, que no oscurezcan la identidad del PPI".El líder del nuevo partido dijo también que éste nace como una "fuerza intercasista" con una clara vocación de centro "entendido como el lugar donde ejercitar una fuerza atractiva para sectores y fuerzas sociales que creen en el gradualismo y la moderación".

El PPI, "partido de inspiración cristiana que incorpora los valores laicos", rechaza "el bipolarismo forzado, porque no lo considera la vía para reconstruir Italia", añadió Martinazzoli, que sólo rechazó explícitamente la oferta del líder ex comunista Achille Occhetto de una colaboración poselectoral para la formación de Gobierno. "Occhetto ha sostenido durante meses que lo nuevo sólo se podía construir dividiendo a la DC", recordó Martinazzoli.

El secretario del PPI rechazó que este nuevo partido tenga vocación de bisagra y despertó el entusiasmo al concluir con una alusión a su físico, poco agraciado: "Vistos los tiempos que corren, me he mirado en el espejo y he pensado en darme yo también algo de maquillaje. Pero luego me he dicho que ésta es mi cara y que tengo una sola cara. Creedme que, para los usos de hoy, no es poco".

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