La reforma anticorrupción se abre paso en Japón
La modernización promovida por la coalición japonesa, que trata de adecentar una democracia de tramoya y resucitar un sistema consumido por los escándalos y la herrumbre acumulada en sus principales rodamientos, superaron ayer el último obstáculo legislativo antes de la definitiva votación en el pleno del Senado.La deserción de un diputado del conservador Partido Liberal Democrático (PLD), formación que durante 38 años combinó la trapacería política con un eficaz ordenamiento económico, permitió que el paquete de reformas fuera aprobado en el último comité encargado de analizar su contenido.
Morihiro Hosokawa, primer ministro desde las elecciones del pasado junio y a quien la opinión pública respalda aún, es también valedor de las reformas más sinceras en la posguerra. Sus anteriores promotores en el PLD las anunciaron en falso o pretendieron conservar en su provecho los engaños y aperos administrativos más rentables de lo que se llama "el régimen de 1955".
Las conversaciones del jefe de Gobierno con los socialistas, aliado pero temeroso de las cesiones de última hora y de que el nuevo marco electoral lo condene a la marginalidad, han sido tan intensas como las registradas con la dirección liberal, empeñada en una lectura restrictiva de la artículos a debate y en la eliminación de aquellos favorables a la prohibición de donaciones políticas por parte de las empresas. No hubo acuerdo porque la renovación es muy de sustancia.
En sus cinco meses de gobierno, Hosokawa ha subordinado la promulgación de medidas de estimulación económica al triunfo legislativo del cambio político y aunque las reformas rebasaron por los pelos el penúltimo escollo parlamentario -18 votos afirmativos y 16 negativos-, el primer ministro previno contra los pronósticos precipitados. "Vamos a tener que seguir hablando", dijo.
