Sesión borrosa
Sesión de las 22.30 del 1 de enero en el cine Lope de Vega. Después de haber visto La casa de los espíritus con muchísimo desenfoque al comienzo, al final y en medio, entre pitidos, intenté, junto con otras cien personas aproximada mente, poner mi reclamación y quizá que me devolvieran el dinero. Un empleado nos fue dando largas diciendo que se había fundido una lámpara a las siete y no queriendo enseñarnos el libro de reclamaciones. Por fin las escribimos en uno que estaba sin uso desde 1987 y que no lo era en verdad, pues parece ser que ahora la norma es tener hojas sueltas.Ya era la 1.30, estábamos menos reclamantes y del dinero, nada. A algunos les dieron vales para tener otra entrada. Yo no los quise porque no pienso volver a un cine (de un dueño que tiene otros cinco o seis y que forma con otros cinco el cartel de exhibidores de cine en Madrid que presiona al Ministerio para seguir ganando y dando dinero a las distribuidoras de EE UU como antes y escaqueándose de los impuestos como antes) que, sabiendo que se vería mal la peIícula, y por el medio millón que perdería en entradas a 650 pesetas, no puso una hora antes el cartel de aviso a la clientela. Si lo hubiera hecho no habrían devuelto más de 100 entradas, pues hay mucha gente que ve lo que le echen en los cines de la Gran Vía, y no habrían quedado como prepotentes con los que gustamos del cine en el cine, pero bien proyectado, sin anuncios y sin la basura de la anterior sesión. Una hora más tarde la policía nos explicó que, sin tumulto o altercado, ellos no pueden hacer nada y que denunciáramos las irregularidades a la OCU. Algunos lo harán. Yo escribo esta carta.
Esto aparte, no logro entender cómo el cartel de exhibidores de Gran Vía se empeña en poner casi siempre cine americano (más malo que bueno) y en decir que eso es lo que quiere la gente si, el año 1992, la mayor audiencia en televisión la tuvo, en la 1, la película española, también mala, El hijo del cura. Incógnita.
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