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Agujas y ratones, entre otros visitantes

El hallazgo de parte de un dedo humano dentro de un paquete de harina es la denuncia más espectacular que se encuentra registrada desde hace algunos años en los servicios de Consumo de la Comunidad de Madrid. Otros encuentros no tan macabros, pero no por ello menos desagradables, llegan a las oficinas de Consumo con cierta frecuencia.Chicles, colillas o preservativos han sido colados en paquetes de leche o botes de aceitunas. Recientemente, incluso, un consumidor denunció que había encontrado agujas en varias latas de una marca de refrescos.

Julio Gomáriz, jefe de análisis y control de calidad del departamento regional de Consumo, asegura que este tipo de irregularidades tan escandalosas obedecen normalmente a sabotajes de personas interesadas en desprestigiar una determinada marca comercial. El sabotaje también puede darse cuando los temporeros terminan su contrato con una industria. "Estos casos tienen una frecuencia escasa y suponen apenas un 1% anual de las denuncias relacionadas con envases alimentarios que registramos en los servicios de Consumo", explica.

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Un consumidor halla en su paquete de tomate un objeto descompuesto de olor repugnante

El departamento de Consumo toma más de 1.000 muestras al año en controles habituales sobre productos de gran consumo, como leche o harina, según cuenta Gomáriz.

Los encuentros inesperados en los envases también pueden obedecer a accidentes, como el caso del dedo humano en el paquete de harina (un trabajador lo perdió en la cadena de montaje y luego resultó imposible dar con él), o a prácticas "muy irregulares" en la fabricación, que según Gomáriz normalmente son detectadas en los procesos de control de calidad que efectúan los departamentos de Consumo de cada comunidad autónoma.

El resto de las denuncias suele tener relación con defectos no muy relevantes del producto: en la presentación (un mal envasado o que esté roto) o en el color (truchas demasiado rosadas, yemas de huevo poco amarillas ... ).

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"En todos los casos, la norma base es que el afectado denuncie cualquier mínima anomalía en los productos", explica Gomáriz. Pero presentar en las oficinas el inquilino hallado dentro del envase sólo será válido si el consumidor no lo ha abierto. Por tanto, la posibilidad de aportar una prueba en uno de estos casos se reduce a los envases que permiten ver lo que contienen. "Pero nosotros siempre partimos de la base", cuenta Gomáriz, "de que el consumidor cuenta la verdad".

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