Sucedió en el tren

¡Qué barómetro de civismo me resulta el tren! El otro día me costó trabajo poder sentarme, a pesar de que el vagón estaba ocupado al 50%. Una señora había acaparado cuatro asientos para ella solita, cubriendo los sobrantes con revistas, bolsos, etcétera, además de contestar a mi interés por sentarme: "Está ocupado".Un joven que viajaba solo, con el asiento inmediato desocupado, me contestó de igual modo: "Está ocupado". A los pocos minutos apareció una señora que pretendía sentarse junto a aquel joven, y recibió el mismo rechazo. Entonces yo, desde mi asiento próximo, le dije al ambicioso viajero: "Oiga, ¿no me dijo que ese asiento estaba ocupado?, ¿quién lo ocupa? Sólo podemos ocupar el asiento que pagamos". La señora, al fin, se pudo sentar, sin más.

En mi última aventura de tren observé que el revisor invitaba a una persona a dejar libre, de sus pies, un asiento. El heroico empleado recibió la más ácrata reacción de ésta y de otros solidarios acompañantes-