Los 'fuegos artificiales' de Conde
La inspección del Banco de España desentraña operaciones que dañaron el balance de Banesto
Los inspectores del Banco de España siguen estudiando algunas de las operaciones de ingeniería financiera descubiertas en Banesto el pasado mes de octubre. Estas actuaciones, que fueron calificadas por el gobernador, Luis Ángel Rojo, como "artificios contables", son las que precipitaron la intervención oficial del banco y la destitución de su consejo de administración, con su presidente, Mario Conde, a la cabeza.Fuentes oficiales señalaron que "hasta la fecha no hemos encontrado indicios sobre posibles responsabilidades legales", aunque confirmaron que toda esa operativa creada para camuflar la autocartera real del banco o para generar plusvalías ficticias, habían causado un quebranto superior a los 200.000 millones de pesetas. En los informes de la inspección figuran. algunas de estas operaciones, entre las que destacan las siguientes:
Gescam. A finales de 1991, antes de cerrar el ejercicio, Banesto decidió vender buena parte de sus inmuebles para obtener los fondos suficientes que le permitieran mantener el beneficio. Para ello, se traspasan a la sociedad Gescam todos esos activos y se pide autorización para sacarla a Bolsa -antes tan sólo cotizaba en el segundo mercado- Ante las pegas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y apremiado por el cierre del ejercicio, los gestores de Banesto deciden retirar la solicitud y anuncian la venta de la sociedad a una empresa desconocida con domicilio en el paraíso fiscal de Liechstenstein. Las últimas noticias apuntan que existía un pacto de recompra de esos inmuebles por parte de Banesto. Se trataría, por tanto, de unas plusvalías anotadas en 1991, que se convertirían en minusvalías posteriormente.
Anaya. En 1989, en plena pugna por obtener las licencias de televisión privada, Conde decide tomar una participación de la empresa editorial Anaya, que contaba con un 25% del capital de Tele 5. La inversión se realiza de forma indirecta, a través de las sociedades Reit e Inversiones Villamanrique, cuya propiedad corresponde a varios consejeros de Banesto. Se adquiere el 10% de Anaya, al precio de 7.000 pesetas por acción, con un crédito de Banesto. Cuando Anaya sale de Tele 5, sus acciones caen en Bolsa, hasta las 3.470 pesetas. Banesto decide entonces -el 18 de noviembre de 1990- comprar esas acciones a las dos sociedades de cartera antes citadas y paga cada título a 15.700 pesetas, casi cinco veces de su valor de mercado. El perjuicio para el banco se sitúa en tomo a los 5.000 millones de pesetas.
Sanson. La operación de venta de la cementera Sanson a la empresa mexicana Cemex se realiza mediante una OPA en la que el precio sube de un día para otro en beneficio de los accionistas minoritarios. Lo que no se contó en ese momento es, que Banesto se comprometió a comprar deuda subordinada de Cemex, que compensaba así el sobreprecio pagado a los accionistas de Sanson y al propio Banesto.
La Unión y El Fénix y Petromed. Ambas sociedades, del grupo industrial de Banesto, participaron en el aparcamiento de parte de la autocartera del banco. Se desconoce, con exactitud, el coste de esta operativa, aunque las negociaciones para la venta de ambas sociedades a la francesa AGF y la británica British Petroleum, se encarecieron notablemente por esta cartera de acciones de Banesto. En el caso de Petromed, el banco compró posteriormente dos edificios a BP por 4.500 millones de pesetas.
Otras operaciones. El aparcamiento de acciones de Banesto ha tenido otros protagonistas. Conocidos hombres de negocios compraron títulos financiados por el propio banco y, en algunos casos, con pactos de recompra por parte de la entidad.
Comisiones. Muchas de las ventas de empresas del grupo industrial han incluido comisiones millonarias para sociedades que asesoraron en la operación. Las auditorías de Corporación Banesto reflejan algunas de estas comisiones a sociedades instaladas en paraísos fiscales.
Fuentes oficiales señalaron a este periódico que han detectado muchas operaciones en las que se utilizaron sociedades de cartera o instrumentales, que operaban con créditos del propio banco.
El sistema habitual consistía en que si el negocio era rentable, la plusvalía iba a parar a estas sociedades, pero si no salía bien, los quebrantos iban a parar a Banesto.
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