_
_
_
_
_
HACIA LA INTEGRACIÓN EUROPEA

El Instituto Monetario es la única cita que no sufre retrasos en la construcción europea

Lluís Bassets

La Unión Europea ha faltado a casi todas las citas concertadas el pasado año. La ratificación del Tratado de Maastricht, la apertura del Espacio Económico Europeo, o las negociaciones de adhesión con Austria, Finlandia, Suecia y Noruega se han producido con retraso. El Mercado único ha abierto sólo parcialmente sus puertas, cerradas a las personas y sólo entornadas para amplios sectores de los servicios. Una única cita se mantiene, por estricto impera tivo legal establecido en Maastricht y por el voluntarismo de los Doce: la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM), que empezó el 1 de enero de 1994, con la instalación del Instituto Monetario Europeo, el futuro banco central de la UE.

Más información
Los criterios de la UE no sirven para definir la situación real de las economías
Un pequeño gran mercado
La mayor zona de libre comercio del mundo abre sus puertas
La segunda fase de la Unión Monetaria nace sin la esperanza de contar con una moneda única en 1997
CRONOLOGÍA DE LA UNIÓN MONETARIA EUROPEA

"El Consejo Europeo constata con satisfacción que todas las condiciones se hallan reunidas para permitir el inicio efectivo de la segunda fase de la UEM en la fecha convenida, es decir, el 1 de enero de l994". Ésta es una de las conclusiones aprobadas por los jefes de Estado y de Gobierno de los Doce en la Cumbre de Bruselas de los pasados 10 y 11 de diciembre, en un momento en que el camino hacia la moneda única se halla notablemente complicado y es más que discutible la reunión de las condiciones óptimas.El objetivo central de esta fase es la limitación de los déficit públicos, a cuya vigilancia debe dedicarse la Comisión Europea. Además, los bancos centrales de cada uno de los Doce deben alcanzar también su estatuto de institución plenamente independiente de los ejecutivos respectivos. El comité de gobernadores y el Fondo Europeo de Cooperación Monetaria quedan también disueltos y con ellos pasan a depender del IME todos los mecanismos del Sistema Monetario Europeo (SME).

Una de las mayores transformaciones que implica la creación del IME es que los mecanismos que hasta ahora pertenecían a la cooperación monetaria y económica intergubernamental se convierten en comunitarios y quedan bajo el control jurídico del Tribunal Europeo.

Nuevos fines

Pero el objetivo político, que no formal, de esta fase ha quedado modificado. Antes de la monumental crisis monetaria que ha destrozado al SME durante un año entero de devaluaciones -de septiembre de 1992 a agosto de 1993-, el IME tenía la vocación de prepararlo todo para la moneda única, incluido el detalle central y delicado de los billetes de banco. Ahora el encargo que recibe de los Doce es que ayude a restaurar la estabilidad y a coordinar lo más estrechamente doce economías constantemente tentadas a tomar decisiones divergentes. Los pocos funcionarios que empiezan a trabajar en Francfort son personas destacadas en comisión de servicios por los bancos centrales respectivos. Un grupo de trabajo ha realizado ya varias estancias para estudiar las cuestiones materiales.Sin embargo, su presidente, el belga Alexander Lamfalussy, nombrado por el Consejo Europeo y ratificado por el Parlamento, sigue trabajando en la sede del Banco Internacional de Pagos de Basilea, donde hasta ahora desempeñaba las funciones de director general. El IME ya existe, pero sus puertas siguen cerradas todavía.

La creación del IME significa, vista muy a ras de tierra, el traslado de las reuniones del Comité de Gobernadores de los bancos centrales, que se efectuaban en el BIP de Basilea, a Francfórt, algunos cientos de kilómetros más hacia el centro del continente. Y un ligero cambio de estatus: quien actuaba de anfitrión de los gobernadores, el eminente catedrático de economía y hombre de sabios y prudentes consejos que participó en la elaboración del Plan Delors sobre la unión monetaria, se ha convertido en el presidente de la nueva reunión.

El IME puede, según el Tratado, "realizar consultas sobre cuestiones que competen a los bancos nacionales y afectan a la estabilidad de las instituciones y mercados financieros". También será normalmente consultado por las autoridades monetarias nacionales antes de que éstas tomen decisiones sobre la orientación de la política económica.

Nada impide, por supuesto, que cualquiera de los Estados soberanos que forman parte de la UE tome decisiones en contradicción con el IME, pero la presión política lo hará mucho más difícil.

No faltarán, de otra parte, iniciativas ni propuestas, como las que ya han realizado el ministro belga de Economía, Phllippe Maystatd, y el presidente de la Comisión, Jacques Delors, pidiendo el reforzamiento de las funciones del IME durante la segunda fase. Una de las tareas que quieren encomendarle algunos dirigentes europeos es la de absorber la coordinación estrecha de los países que deseen acelerar el paso a la moneda única.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_