Barra libre, es Nochevieja
400.000 madrileños irán mañana de fiesta sin saber oficialmente si el local elegido cumple las normas o celebra una fiesta 'pirata' sin autorización especial
Mañana por la noche, miles de jovencitas enfundarán sus cuerpos en ceñidos vestidos y rodearán su garganta con una cinta negra. Sus amigos conseguirán que sus padres les presten una corbata que cause impresión. Será su primera fiesta de fin de año. No estarán solos. Les acompañarán 400.000 personas que acudirán a las discotecas, bares, casas particulares o a una de las 83 fiestas especiales autorizadas exclusivamente para esa noche. Tanto en los cotillones extras como en los que se celebran en salas de fiestas, salir de juerga supone al menos 5.000 pesetas, con barra libre incluida.Lo que comenzó como un medio para que los universitarios ganasen algo de dinero se ha convertido en una pesadilla para los profesionales de las salas de fiesta. "El desmadre es tal que hemos decidido denunciarlo ante la Delegación del Gobierno", explica Juan Antonio Fernández-Pereiro, gerente de Asfydis, patronal que agrupa a 350 discotecas y salas de fiesta de la Comunidad de Madrid, en las que trabajan 10.000 personas. Según sus cálculos, las fiestas extras de fin de año se llevan al 50% de los clientes potenciales en Nochevieja. "A algunos de los asociados, esto les supone perder hasta la camisa esa noche", añade el portavoz de Asfydis.
Esta asociación comenzó a movilizarse a partir de las Navidades de 1992, cuando las fiestas pirata se multiplicaron por cuatro. "Nosotros pagamos todos los impuestos, las licencias, los derechos de la Sociedad General de Autores, los seguros, la Seguridad Social de los trabajadores, y esta gente hace dos o tres fiestas y da el pelotazo porque no pagan ni seguros ni nada", explica Fernández-Pereiro.
Sus quejas cristalizaron en una circular, dictada el pasado mes de noviembre por la Delegación del Gobierno, que obliga a los organizadores de fiestas a solicitar una autorización especial. Félix Marín, secretario general de la delegación, se ha negado a facilitar oficialmente la lista de los 39 festejos no autorizados este año. Alega que los afectados "podrían protestar". EL PAÍS ha comprobado que algunas de ellas abrirán sus puertas a pesar de carecer del permiso oficial. Tampoco han revelado cuáles son las 83 fiestas que sí tienen el visto bueno de la Administracíón "porque sería hacerles publicidad, en detrimento de los profesionales del sector".
Fiestas sin permiso
En el caso de que una fiesta se celebre sin permiso, los organizadores pueden ser sancionados de acuerdo con la Ley de Protección a la Seguridad. La multa puede llegar a un millón de pesetas. Este aspecto no parece que sea el que más preocupa a los organizadores que no tienen autorización.Muchos de ellos reconocen que siguen adelante con sus planes porque han vendido cientos de entradas. José María Espinosa, uno de los responsables de dos fiestas, en las que se ha gastado 10 millones de pesetas -seguro de responsabilidad civil incluido- explica por qué no tiene el permiso de la Delegación del Gobierno: "Nos ha pillado de sorpresa, la gente lo comentaba, pero como otros años no era necesario creíamos que era un bulo".
La normativa de este año les ha convertido en unos piratas de la noche, tanto que utilizan en su publicidad en prensa algunas de las marcas de tabaco y bebidas más conocidas "porque queda bien". "Estamos literalmente acojonados", reconoce. "¿Cómo paramos esto? Lo importante es que la gente no se quede colgada". Quienes sí están deseando que se queden colgados son los vecinos de este local, en la zona de Atocha. "El año pasado no pudimos dormir en toda la noche. Y, para colmo, la gente se meaba en el portal", explica Emilio, uno de los vecinos.
El despliegue de urinarios es determinante en estas fiestas. "A la gente le preocupa mucho la seguridad, quiere ver dónde semete, pero también inspeccionan los aseos y cuentan las tazas de water que hay", explica uno de los organizadores de la fiesta del cine Carlton (Salamanca), donde aseguran contar con la autorización de la Delegación del Gobierno. No revelan el precio del alquiler, pero sí el dinero gastado en bebidas y en parte del personal: dos millones. La crisis les ha afectado por partida doble. Como el año pasado no llenaron el local -un aforo de 1.000 personas-, este año la entrada cuesta 5.500 pesetas, 500 menos que en la Nochevieja anterior. Por otro lado, los parados también recurren a esta fiesta. Desde que anunciaron el cotillón, les han llamado más de 200 personas para ofrecerse como camareros. En esta fiesta, sólo 22 personas servirán las copas.
La lucha por conseguir una copa es otra de las dificultades de la última noche del año. Un responsable del Centro Conde Duque, donde se organizó una macrofiesta en la Nochevieja del año pasado (no repite edición), explica su experiencia: "Hay barra libre, pero cada vez que tienen que llegar al mostrador les cuesta un triunfo. Al final, de barra libre, nada. Te tomas una copa o dos, como mucho".
Sobredosis de juerga
Entre las fiestas organizadas exclusivamente para esta Nochevieja abundan las macrofiestas, como las del pabellón deportivo del Real Madrid, la de lfema, en el parque ferial Juan Carlos I, la organizada en el Hipódromo de la Zarzuela o la Fiesta Maratón de la Universidad, informa Ana Marcos. Su capacidad varía entre las 5.000 y 8.000 personas. La estética de estas fiestas se asemeja más a un programa de televisión de variedades que a una juerga improvisada. Música en directo, con actuaciones de Los Secretos o de Los Refrescos o de Los Impresentables. Y concursos. Se rifan coches en varias fiestas. Algunas incluso ofrecen ambientes diferentes. La inversión hecha en los cotillones oscila entre 20 y 35 millones de pesetas.Palladium, situada en Coslada y asociada a la patronal del sector, Asfydis, ofrece una sobredosis de movida. Cada uno de sus cinco niveles tiene un ambiente diferente, con un karaoke gratuito o un cine que proyectará películas toda la noche. Para rematar la faena, en la quinta planta hay una piscina climatizada y un casino que funciona con dinero ficticio que se canjea por camisetas, pins o carteles.
A la hora de inventar nuevas atracciones para ganar clientela, Grupo Plus, empresa organizadora de una fiesta en la Ciudad Universitaria, ha decidido dar el doble por el mismo precio. En vista del éxito de los saraos de Nochevieja han decidido organizar dos fiestas: una para la noche del 31 y otra a partir de las diez de la noche del primer día del año. Ha nacido la Nochenueva.
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