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El Gobierno egipcio se vuelca para reavivar el proceso de paz entre palestinos e israelíes

Israelíes y palestinos permanecían anoche enfrascados en la ardua búsqueda de un compromiso capaz de dar vida al acuerdo de autonomía palestina en los territorios ocupados a partir del repliegue de tropas israelíes de Gaza y Jericó. A falta de avances concretos durante la segunda jornada de negociaciones secretas en El Cairo, el Gobierno egipcio intensificó su gestión mediadorapara rescatar el proyecto de paz cuya ejecución lleva ya 16 días de retraso. El silencio de ambas partes contrastó con el vano intento de ultranacionalistas judíos de movilizar ayer a la alicaída derecha israelí en Jerusalén.

Las delegaciones de Israel y la Organización para la Liberación Palestina (OLP), encabezadas por el ministro de exteriores Simón Peres y Mahmúd Abbás, respectivamente, intentarán hoy formular un anuncio para, al menos, eliminar la ola de rumores en torno al futuro del proceso de paz. Mientras que por un lado se afirmaba con vehemencia ayer que el acuerdo era cuestión de horas, por otro se insistía en que las negociaciones han caído en punto muerto.En lo que sí estaban anoche de acuerdo los delegados israelíes y palestinos era en la necesidad de mantener sus contactos dentro de la máxima reserva.

"Nos hemos comprometido a no decir una palabra, ni siquiera media palabra, ni a mencionar nada sobre un avance, ni siquiera sobre un medio avance", declaró el ministro israelí de cuestiones ambientales, Yossi Sarid, durante una fugaz aparición ante la prensa acuartelada en el hotel Sheraton, donde se desarrollan las negociaciones. Eso sí, Sarid, que fue abordado cuando bajó a comprar cigarrillos, dejó entrever que la delegación israelí está dispuesta a permanecer indefinidamente en la capital egipcia. "Nos quedaremos aquí el tiempo que sea necesario", dijo.

Israel y la OLP están tratando de superar tres obstáculos que han impedido la puesta en marcha del histórico acuerdo firmado en Washington el pasado 13 de septiembre: El control de los puestos fronterizos en Gaza, y Jericó, la extensión de Jericó y la espinosa cuestión de la seguridad de los asentamientos de colonos judíos durante el período de autonomía limitada previsto para los próximos cinco años.

Aparentemente, la OLP ha abandonado su demanda de mantener control absoluto de los puestos fronterizos, un tema que el gobierno del primer ministro Isaac Rabin volvió a describir como de exclusiva competencia israelí. Peres, tras una reunión matinal con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, reiteró oblícuamente que el control de las fronteras es vital para la seguridad del Estado israelí y, por lo tanto, intransferible e innegociable. "Estamos hablando [con la OLP] como amigos. Seguiremos respetando su dignidad y, en la medida de nuestras posibilidades, sus necesidades. Pero ya sabéis que nuestra principal preocupación es y seguirá siendo la seguridad de Israel", dijo.Fórmula de compromiso

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Fuentes palestinas en Jerusalén dijeron que la OLP está buscando una fórmula que le permita compartir, al menos simbólicamente, el control de los puestos fronterizos entre Gaza y Egipto y Jericó y Jordania. Según uno de los numerosos rumores que circulaban ayer, Arafat está ansioso de lograr algún acuerdo antes de fin de mes a fin de ratificarlo en una ceremonia que se desarrollaría en Jericó el primero de enero, aniversario de la fundación de la facción Al-Fatah.

La cuestión esencial del estancamiento de las negociaciones permanecía invariable: La OLP e Israel tienen interpretaciones diametralmente opuestas de la Declaración de principios firmada en Washington. Israel rechaza tajantemente el argumento palestino de que la fórmula Gaza y Jericó, primero es el paso inicial hacia la creación de un Estado soberano.

El silencio oficial de ambas partes contrastó con el patético griterío de ultrancionalistas judíos, que intentaron vanamente movilizar anoche a la alicaída derecha israelí en Jerusalén. El plan de los colonos era realizar una multitudinaria manifestación de protesta frente a la New Orient House, el extraoficial cuartel general de la Organización para la Liberación de Palestina.

La policía prohibió el evento, y, cuando los colonos apelaron al Tribunal Supremo, éste se remitió a la decisión de la policía, que desplazó a más de 3.000 hombres para evitar disturbios. Con todo, la manifestación resultó reveladora: A pesar de la campaña propagandística, los ultrancionalistas apenas lograron reunir a unos cuantos centenares de judíos, en su mayoría ancianos y niños.

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