"Hemos pedido ayuda y nadie nos la presta"
La estación de esquí de Astún, en el Pirineo de Huesca, intentaba ayer recuperarse de la avalancha de nieve que se produjo durante la noche del sábado y que dejó temporalmente aisladas a 70 personas.
Los propietarios de los apartamentos afectados por el alud se vieron obligados a realizar la limpieza de las toneladas de nieve que invadían el inmueble por sus propios medios, ante el desamparo oficial y de los responsables de la estación.
Con unas palas trataban de hacer habitables sus viviendas, con el temor a una posible repetición de la avalancha y, tras el susto, con una gran desesperanza. "Hemos pedido ayuda, incluso al Ejército, y nadie nos la presta", señaló a este periódico uno de los propietarios, en medio del pasillo de la quinta planta, convertido en un nevero.
"Muy rápido han dicho que no hay víctimas, pero quién es capaz de asegurar que en esos dos apartamentos no hay nadie", afirmó, mientras señalaba sendas viviendas en las que la nieve rebosaba por encima de la mitad de la habitación, en estado completamente compacto.
Los responsables de la estación de esquí y los trabajadores de la misma se esforzaban, al mismo tiempo, por minimizar el incidente, pese a que el suceso rozó la catástrofe, según los habituales de la estación. Igualmente, el personal de información, ante la ausencia del director en las oficinas, insistió en asegurar que se había tratado de una avalancha, no de un alud. Matiz técnico, al parecer importante. "De haber sido en verano", indicaron, "habría sido de barro", aunque reconocieron ignorar si las protecciones de la estación se habían roto bajo el peso de la nieve.
Varios vehículos permanecían todavía ocultos bajo varios metros de nieve. El propietario de uno de ellos, resignado, afirmaba: "He señalado mi coche con unos palos y una madera para saber dónde está. Ahí se queda hasta después de Reyes".
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