"Sólo soy un artesano de la canción"
Decía Manuel Vázquez Montalbán hace 25 años que la mejor entrevista con Juan Manuel Serrat era no hacérsela. Corría el año 1968, Serrat ya era un ídolo de masas, la cançó se dividía entre partidarios de Serrat y de Raimon (cuestión lingüística, ya saben), y Vázquez no tuvo opción al diálogo. Hoy, tampoco es fácil hablar con Serrat, aunque la empresa de comunicación que coordina sus relaciones con la prensa atiende amable, gestiona y concreta: tal día, tal sitio, tal hora. 60. minutos. Ni Vázquez se hubiera resistido. Joan Manuel Serrat cumple 50 años.Poco se sabe del Serrat cantautor con espíritu de barrio. De aquel noi del Poble Sec que cantaba a la calle, al titiritero, a la tía soltera, al trapero, al vagabundo. De aquel niño que descubría la música a través de canciones con aroma a posguerra.
Pregunta. ¿Qué música guarda en su primera memoria?
Respuesta. Mi primer recuerdo musical pasa por dos personas: Juan Valderrama y Conchita Piquer. A partir de ahí podemos tirar del hilo, pero siempre saldrá canción española en forma de zarzuela -en los teatros Victoria y Cómico del Paralelo, con la compañía de Amadeo Vives-, el cuplé de antes de Sara Montiel, los boleros de Antonio Machín, Juanito Segarra, Jorge Sepúlveda... Todos estos nombres se resumen en uno: la radio. Esa maravilla con la que tengo una relación de amor absoluta, porque me parece el medio de comunicación más emocional. La recuerdo como aquella ventana mágica abierta a sueños tan necesarios en una época sombría como fueron los años 40 y 50.
P. Entonces, el mejor piropo es cuando le llaman tonadillero.
R. Esto fue Mónica Randall, antes Aurora Juliá, buena amiga del barrio, y Luis Morris, también un gran amigo y actor, lamentablemente desaparecido. Y no me llamaban tonadillero, sino la tonadillera.
P. Una tonadilla que marca la vida de su barrio, el Poble Sec. ¿Qué mantiene de aquello?
R. Visito mucho el barrio. Mi madre, mis primos, mi familia, viven allí y voy bastante. El sábado pasado hicimos la cena anual en la que nos reunimos los que crecimos juntos, y volvimos a contamos las mismas batallitas. Sólo hablamos de lo que fuimos, o de lo que creemos que fuimos. Pretender decir con esto que mantengo contacto con el barrio sería estúpido, porque ha cambiado tanto como uno mismo. Ya se sabe que no es aquel barrio en que se creció, pero aún se reconoce en algunas cosas y tratas de conservar aquello que forma parte de la referencia. Y en la medida que uno no pretende resucitar cadáveres, hay que tratar al moribundo lo mejor posible.
P. "Los años me han alejado de mi calle( ... ) Yo he sido como vosotros, no quiero sentirme viejo esta noche", cantaba en Per San Joan. ¿Continúa la añoranza?
R. Algo hay, pero creo que fue más fuerte en el primer desarraigo, cuando dejo de vivir allí y me voy con mis padres buscando más luz y menos humedad. También notaba añoranza cuando estaban mis amigos en el bar de siempre y yo aparecía, pero con un coche de cojones y una chavala de puta madre. Se sentían orgullosos de mí cuando no estaba, pero cuando coincidíamos la realidad les colocaba en una situación jodida. Han tenido que pasar los años para que, gracias a su buena voluntad y cariño, puedan reconocer como su amigo a aquel tipo al que le han ido bien las cosas. El mérito es de ellos.
P. Las cosas empezaron a irle bien pronto. Me refiero a la música.
R. Empecé a tocar en un grupo de rock and roll de la época, pero en 1965 ya compongo mis primeras canciones. En mayo de ese año me incorporo al grupo Els Setze Jutges (Los 16 jueces), era el número 13, y grabo mi primer disco con las canciones La mort de l'avi, El mocador, Ella em deixa y Una guitarra. En 1966 publico Ara que tinc vint anys, que me dio a conocer en Cataluña, y después Cançó de matinada, que me hace popular en el resto del Estado español. Fue la primera canción en catalán, y creo que la única, que llegó a número uno en las listas del Estado, cosa insólita en aquel momento por la situación de ostracismo a la que el catalán estaba sometido en los medios de comunicación. Y hay que hacer notar que eran tiempos en los que sólo existía una lista de éxitos.
P. Resulta chocante el éxito de un tonadillero entre un público que desconocía, cuando no despreciaba, la tonadilla.
R. Hubo una generación que despreció todo lo que ignoraba. La gente con fondo cultural, como Manolo Vazquez Montalbán (hijo de la clase trabajadora) o Jaime Gil de Biedma (hijo de la burguesía), sentía profunda admiración por la canción española. Despreciar a Rafael de León sólo puede hacerse a partir de la ignorancia. Mi acercamiento a la canción francesa fue posterior, y el pop británico, Dylan y demás llegan aun más tarde.
P. Y pasa de cantante con sabor de barrio a ídolo de multitudes. ¿Se puede hablar, y volvemos a Vázquez Montalbán, de un. Serrat poeta y un Serrat industrial de la canción?
R. Este paso no se produjo del día a la noche. Se realizó cuando un día de mayo de 1965, al mediodía cantaba en casa y a las seis de la tarde me estrenaba en el Círculo Parroquial de Esplugues de Llobregat. O cuando en marzo del 66 actuo con Els Setze Jutges, todos juntos en el escenario, y el 1 de abril doy mi primer recital solo en el Palau. Pero la llegada del éxito no fue como la elección de miss Universo. Ahora; de lo que he huido siempre es de ser un industrial de la canción; me he limitado a ser un artesano, que es hasta donde he podido llegar.
P. Este cambio de mundo, ¿significó un choque?
R-El choque es fruto de una reflexión previa de una libertad. Cuando se me recriminó el que yo cantara en castellano, lo cierto es que nunca había jurado no cantar en este idioma. No había utilizado publicitariamente mi actitud monolingüista. Y lo único que traté de recordarles es el derecho de cada uno ser cada uno, y no a ser como el otro quiere que seas.
P. En aquellos años estuvo en el centro de la vorágine.
R. A lo mejor es el precio que uno tiene que pagar por su propia independencia. Esto suele disgustar, sobre todo si pretendes ser tan claro como renunciar a ir a Eurovisión en 1968 si no es cantando en catalán, pero sin renunciar tampoco a cantar en castellano. Pretendía que el hecho de la realidad lingüística de Cataluña apareciera respetada y con una proyección de futuro. Aunque te casquen por los dos lados, creo que un hombre público tiene la obligación de defender sus opciones, porque está actuando en nombre
e los sin voz, de los que no pueden aparecer ni hablar, que son muchos.
P. ¿Que precio hay que pagar por intentar defender el tipo?
R. Siempre he preferido pasar miedo y apuros que vergüenza.
P. ¿Cuando se normalizó su situación?
R. Al acabar lo de Eurovision aparece el proceso de Burgos, lo cual da muy poco margen de normalización, porque vuelvo a sufrir con otros compañeros una época de represión muy fuerte. Cuando mis discos no se radiaban, ni mi nombre aparecía en las publicaciones, ni me contrataban para trabajar, tuve que irme a América. Conocí un mundo absolutamente nuevo. Quizá es el único momento en el que existe un antes y un después. Aquella primera gira, que duró ocho meses entre 1969 y 1970, fue un descubrimiento maravilloso, una historia de amor que, 23 años después, sigue ahí con grandes alegrías, profundas decepciones y enormes tristezas. He vivido una gran relación con esas tierras.
P. Hablábamos de normalización.
R. La situación no se normaliza hasta 1973, que es cuando vuelvo a hacer un programa de televisión.
P. Hoy, 20 años después, resulta difícil encontrar reediciones de sus primeras canciones en catalán. En castellano, en cambio, está publicada toda su obra. No parece muy normal.
R. En la cançó hemos sufrido un profundo retroceso. Afinales de los 60 y principios de os 70, Cataluña podía presumir de un gran equipo de músicos -desde Raimon a Pau Riba, desde Llach a Serrat, con grupos haciendo música progresiva o folk-, que no te encontrabas en otros países europeos con más posibilidades. Pero en 1976, parecía que la canço era un hecho reservado para las dictaduras, para el franquismo. La mayoría no teníamos un pensamiento conservador, y cuando la derecha ganó las elecciones autonómicas en Cataluña, al no tener gente cercana no dió facilidades. Esto es lo que hace que sólo tres o cuatro de nosotros podamos sobrevivir, porque tenemos otros mercados. El resto ha sufrido esta terrible y dura condena de los que presumen de democracia y son muy intolerantes.
P. ¿No se ha producido también un abandono popular?
R. ¿Como puede algo ser popular si no pasa por los medios de comunicación? Los franceses y los italianos tienen mucho que enseñarnos. Siempre recordaré cuando Modugno comenzó a ponerse enfermo, la tristeza italiana por el artista que les había cantado Volare y formaba parte de su patrimonio cultural. Uno no aspira a tanto.
P. En los últimos años, sus discos aparecen bastante más espaciados.
R. Trabajo lento. Mi rendimiento es muy bajo, y ahora aún más porque me complico y busco más cosas. Pero no me provoca ningún tipo de angustia porque tampoco me marco plazos. Es lo que produce los mejores resultados. Y pienso seguir escribiendo en catalán y en castellano, sin medir proporciones.
P.- ¿Se ha sentido atrapado por la industria?
R. Decía Pere Quart que todo en esta vida es relativo, aproximado y provisional. El responsable directo de que mi último disco Utopía, no haya ido mejor, y eso que no ha ido mal, he sido yo. Lo presento en Madrid, al día siguiente me voy a América y lo dejo huérfano. Y es uno de los que más me gustan.
P. Tampoco es que utopía sea un valor en alza...
R. Sólo se equivoca quien apuesta a favor de la realidad inmediata, que se va a modificar. Y es muy probable que se, modifique hacia ciertos planteamientos a favor de las utopías, de la solidaridad, de un mundo más justo, de ir contra el vellocino de oro, para tratar de que el progreso sea realmente que el hombre sea capaz de vivir mejor, en el sentido de que no todo se valore a partir del dinero, de la economía, de la posición o del éxito.
P. ¿Dónde duele el desgaste del medio siglo?
R. Lo del desgaste es jodido. Es evidente que tiene que ocurrir, pero Aurora Redondo está trabajando en Barcelona y tiene 94 pirulos. Vé y háblale del desgaste. Tampoco aspiro a tanto, pero es un buen síntoma llegar a estas alturas del partido con ganas de seguir ejerciendo un oficio de muchos años, duro y agradecido. Está el examen cotidiano al que uno se obliga pero hay estímulos que llegan de la gente y de la calle. Lo que más me gusta de mi oficio es meterme en un coche y llegar a las ciudades, recuperar amigos y conocidos, comer las cosas que voy descubriendo, sentir humedades y sequedades, oler cosas. La vida es el gran enriquecimiento que produce ir pillando de todos los lados.
P. ¿Qué papel cree haber jugado en la música y en la cultura de los últimos 30 años?
R. Aquí entre todos lo hacemos todo, como decía Joan Fuster. Todo se produce por una actitud colectiva, y no debo haber jugado un papel tan importante porque todavía no me han ofrecido la orden de Isabel la Católica. Oye, esto es de coña, a ver si van a creer que soy como la que pedía el marquesado. Respecto a lo del cumpleaños, a mis amigos les digo que no se apuren; estoy cojonudo, tengo una salud espléndida, aparentemente, y la fortuna de tenerlos a ellos y a una familia que me ayuda. Estoy dabuti [sic], o sea que tranquilos. A mis enemigos, que lean lo que digo a mis amigos. Estoy contento porque los 50 años que llevo recorridos los he vivido. No puedo quejarme.
Guitarras y utopías
No toda la amplia discografía de Joan Manuel Serrat está disponible. El éxito de sus últimas reediciones, como 24 canciones inolvidables, y de sus discos más populares, contrasta con la dificultad de encontrar sus primeras canciones en catalán, aquellas que iniciaron una larga carrera artística que se resume en esta relación discográfica.Una guitarra, 1965.
Ara que tinc 20 anys, 1966.
Cançó de matinada, 1967,
La tieta, 1967.
Per Sant Joan, 1968.
Cançons tradicionals, 1968.
La, la, la, 1968.
Manuel, 1968.
Com ho fa el vent, 1969.
Joan Manuel Serrat, 1969.
Antonio Machado, 1969.
Serrat 4, 1970.
Joan Manuel Serrat, 1970
Mediterráneo, 1971.
A Miguel Hernández, 1972.
Per al meu amic, 1973.
Joan Manuel Serrat, 1974.
Piel de manzana, 1975.
Res no és mesquí, 1977. 1978, 1978.
Tal com raja, 1980
En contra, 1980
En tránsito, 1981.
Cada loco con su tema, 1983
Fa 20 anys que tinc 20 anys, 1984
El sur también existe, 1985
Bienaventurados, 1987.
Material sensible, 1989
Utopía, 1992
Babelia
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