Mi primera oposición., Y ¡Olé!
Por mucho que se sepa de la leyenda que rodea al mundo del opositor y a la oposición en sí, nunca se alucina tanto como cuando de verdad te presentas a una de ellas por primera vez. Me explico: Convocatoria de la oposición: un día cualquiera del mes pasado. Primer ejercicio: copia mecanografiada de un texto dado, portando cada opositor su propia máquina de escribir.Hora: 17.00. Duración del ejercicio: 10 minutos.
Lugar: cafetería ciudad deportiva.
Al ser convocados a las 17.00, yo me presenté en dicho lugar a las 16.30 acarreando mi Olivetti 45, casi del mismo año. Las esperanzas eran pocas, dado que últimamente mi contacto con los teclados era más bien ligero y también eléctrico. Cuál no será mi sorpresa cuando, al entrar en la mencionada sala, me encuentro el siguiente panorama: 30 o 40 parejas de la tercera edad bailaban al son de un estridente pasodoble que marcaba con un ritmo dudoso una pequeña orquesta de pueblo, mientras otras 20 o 25 personas se iban acomodando alrededor para ver bien la pista. Cuando estaba a punto de salir de allí, creyendo que en uno de mis despistes me había equivocado de lugar, vi que entraba más gente que, como yo, y portando sus máquinas, no podían disimular su asombro y desconcierto al entrar en el lugar del examen.
Después de una animada espera, nos hicieron pasar a otro salón contiguo, donde los del Inserso -y dicho sea con todos los respetos- acababan de terminar una opípara comida.
Pero hay más: según íbamos pasando por el estrecho y corto pasillo que separaba una sala de otra -en realidad, se trataba del pasillo de los urinarios, donde las máquinas de escribir luchaban con las muletas de los jubilados por abrirse camino-, advertí que la mayoría de mis compañeros de examen portaban también guías telefónicas. Asustada, pregunté si en el boletín donde se había publicado esta oposición aparecía como condición llevar dichas guías, o quizá tendríamos que copiar algo... "Nooo", me contestaron, "es que en estos sitios las sillas siempre son demasiado bajas y las mesas demasiado altas; necesitas algo para sentarte encima y así llegar cómodamente al teclado".
Finalizado mi examen -habían transcurrido tres horas desde que entré-, los pasodobles continuaban y el ambiente era irrespirable. Señores, por favor, un poco de seriedad o, al menos, un poco de respeto hacia la importancia que estas pruebas tienen para la mayoría de los opositores. A ver si de una vez podemos separar la España de la pandereta de la de la oposición, que, aunque con muchos seguidores ambas, no se tendrían por qué mezclar-
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