Respeto ante todo
El otro día iba en el metro y vi un fenómeno muy curioso. Lo normal es que alguien entre con el acordeón, ofenda a la música con unos alaridos demenciales y te suelte una serenata para pedir para su familia. Yo, en esos casos, prefiero oír cantar a mi gato, que seguro que lo hace mejor. Pues bien, el susodicho personaje no llevaba acordeón. Yo incluso llegué a pensar si era un agente de cambio y bolsa venido a menos, porque parecía de los que comen tres veces al día.Cuando la gente se recuperó de la primera impresión al verle entrar, el hombre dio un discurso de esos que te hacen mirar si llevas bien atados los cordones de los zapatos La verdad es que por su facilidad de palabra y la forma de expresarse, hubiera jurado que era familia del ex ministro Corcuera. Cuando acabó con la perorata, alargó la mano y se puso a pedir de una manera algo brusca. Dado lo mísero de la recaudación, al marcharse soltó unos improperios que ríete del Diccionario secreto de Cela.
La conclusión de este episodio es que no se puede juzgar a alguien por su aspecto y que están en su derecho de pedir, pero con buenas maneras. Si no se respeta a los demás, ¿cómo quieres que luego te respeten a ti?- Miguel Ángel Burges del Río.