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Una profesora de instituto denuncia al gerente del teatro Maravillas por sacarla a rastras de la función

El responsable del local acusa a la mujer de montar un escándalo

Fue al teatro y acabó la noche en una casa de socorro y en la comisaría de Centro. Milagros Sánchez, de 41 años y profesora de Literatura del instituto Gregorio Maorañón, acudió el viernes pasado Maravillas a ver Tristana en sesión de tarde junto a 75 de sus alumnos y varios compañeros de trabajo.Tras un lío con las localidades y una fuerte discusión con el gerente del teatro, Alberto García, de 34 años, Milagros terminó la velada con un codo lesionado y denunciando a Alberto García por agresión.

"Me empujó varias veces y luego, junto a un acomodador, me arrastró por el suelo para echarme del teatro, mientras gritaba, 'a la calle con ella'", explicó ayer Milagros, rodeada de algunos de sus alumnos y compañeros de trabajo. García, después, también puso una denuncia contra Milagros Sánchez: "Se puso a gritar en medio del pasillo con la función ya comenzada y yo le pedí que saliese de la sala", explicó García. Ya fuera, según Gárcía, la agarró de la muñeca y ella se tiró al suelo. Extremo que Milagros niega.

Un barullo con la numeración de las entradas fue el detonante de la bronca. Esa noche asistían ver Tristana tres grupos que habían pagado 1.000 pesetas por cada entrada -cada localidad cuesta normalmente 2.500-. Alberto García decidió sentar a cada grupo en varias filas, sin respetar la numeración exacta de cada localidad. "Tal y como hemos hecho otras veces sin problemas", argumentó García. El instituto Gregorio Marañón fue situado entre las filas 7 y 22. Pero el acomodador se equivocó y sentó a Milagros en la fila seis, según García.

Faltaban sólo dos minutos para el comienzo de la representación, cuando el acomodador llegó con las personas que habían comprado esas localidades. Echó a Milagros de su sitio y le pidió que se fuese a la fila 22. Pero Milagros ya estaba harta. Era la tercera vez que le pedían que cambiase de sitio. Se quedó en medio del pasillo y exigió que la colocasen en el asiento que marcaba su entrada. Estaban ocupados y el telón empezaba a dar paso a la función.

Fuera de la sala, se inició la discusión. El diálogo fue subiendo de tono hasta que, según Milagros, empezaron los empujones de García. Entre el gerente y un acomodador la arrastraron por el teatro hasta la calle -hecho que García confirma-.

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