Pregunten por la crisis

Si ustedes quieren saber dónde está la crisis, no se lo pregunten a un taxista. El otro día estuve tres horas con un taxista buscando la crisis, y al final, cuando ya había renunciado a encontrarla, resulta que la llevaba él encima.-Nosotros -dijo- estamos haciendo entre un 30% y un 40% menos que el año pasado.

-Pero, hombre, cómo no me lo ha dicho antes.

-Por alargar la carrera; como tenemos esta crisis...

Enseguida advertí que la crisis no se puede buscar una fuera, sino dentro. Por ejemplo, si te metes e boutique y contemplas desde allí la calle murmurando que no sabes dónde está la crisis, la dueña de la tienda te dará la razón de forma provisional, pero después de un rato de charla te confesará que la tiene ella en la trastienda.

-Yo, voy a esperar a las rebajas para liquidar todo esto y cierro el establecimiento -me dijo el otro día una empresaria amiga que llevaba siete años vendiendo tonterías.

-Lo que me parece increíble es que la hayas podido abrir.

-¿Qué quieres? A la gente estos años pasados le encantaba comprar cosas inútiles, a condición de que fueran caras.

Es curioso, hasta hace poco, todo el mundo presumía de estar haciéndose rico del modo más tonto, y ahora todos corren para demostrarte que se están haciendo pobres, aunque no sé si de un modo inteligente. 0 sea, que hay un empeño general en poseer la crisis en exclusiva. Si le dices, por ejemplo, al dueño de un restaurante que donde más está golpeando la crisis es el sector del taxi, lo mismo se enfada.

-Mira, los taxistas siempre están llorando. Donde se nota la crisis de verdad es aquí. Yo he tenido que quitar un tenedor de la carta y hasta he hecho un menú de pobres, disfrazado de macrobiótico, para ejecutivos.

Y si pudiera hablar con el presidente de El Corte Inglés, me explicaría que donde está golpeando la crisis de verdad es en las grandes superficies.

Tenemos unos costes fijos muy altos -me diría-, que no bajan aunque la gente deje de comprar, y te aseguro que ha dejado de comprar. Este año hemos hecho unas rebajas encubiertas, una semana de oro, y no nos hemos comido ni una rosca. Eso por no hablar de los juguetes, que están todos rebajados.

Hace muy poco fui al chalet adosado de un amigo que por estas fechas tenía siempre unas langostas en el congelador, por si se presentaba alguien de improviso, y me ofreció un café recalentado con unas galletas revenidas.

-Estoy pasándolo fatal, chico. Ya sabes que tenía un negocio encubierto de regalos de empresa y que en esta época me forraba con las comisiones. Pues este año, ni un duro. Como la cosa siga así, se cargan la cultura del chalet adosado y de las comisiones, que es lo que ha soportado el invento durante la última década.

-Ha sido todo muy artificial me atreví a decir.

-¿Y te crees que la crisis no es artificial? Estás tonto: esta crisis es de plástico, ni eso, de gomaespuma. Le acercas el mechero y arde. Lo que pasa es que interesa a quien interesa y ya está.

-¿Y a quién interesa?

-A los rojos, que están locos por la huelga general para no entumecerse. No comprenden que se pueden cargar el invento.

-¿Qué invento?

-Qué invento, qué invento. El de las comisiones, gilipollas.

O sea, que si ustedes quieren saber dónde está la crisis, no salgan a la calle; pregúntenle a su corazón.