La pena de Higuita
El portero colombiano, en huelga de hambre para salir de la cárcel
El rostro mestizo, de mirada pícara y sonrisa abierta; la melena negra, ensortijada. René Higuita, que todas las noches aparece en las pantallas de la televisión colombiana abriendo el programa del Instituto de la Juventud y el Deporte, es ya casi un mito. El exportero de la selección colombiana, del Valladolid y del Atlético Nacional de Medellín, está postrado en una cama de la enfermería de la Cárcel Modelo de Bogotá. Hace nueve días que, quien todavía es ídolo de los niños y de quien el técnico, Francisco Maturana, dijo "afortunadamente comete errores, de lo contrario sería Dios", sólo bebe agua y zumo de frutas.El 1 de diciembre, seis meses después de su detención acusado de violar la ley antisecuestro, Higuita se declaró en huelga de hambre. Fue una salida de líbero con la que el guardameta intenta defenderse. "René está en muy malas circunstancias de salud", afirmó ayer su abogado, Fabio Lizcano, contratado por la esposa del futbolista, Magnolia Echeverri, una semana después del encarcelamiento.
Se le acusa de no haber avisado a las autoridades del secuestro de una hija del industrial Luis Carlos Molina, presumiblemente cometido por el cartel de Medellín como parte de la campaña de finanzas del entonces fugitivo y ahora muerto Pablo Escobar. Molina y Escobar fueron llamados a juicio acusados de coautoría intelectual del asesinato del director del diario El Espectador, Guillermo Cano, en 1986.
También se acusa a Higuita de recibir dinero por intermediar en la liberación de la niña Molina, hecho que reconoció "porque la familia [Molina] me insistió mucho en que recibiera ese dinero". Además, se investiga el hallazgo de dos cheques a su nombre, encontrados en una requisa a la hacienda Nápoles, antiguo fortín-zoológico del jefe del cartel de la cocaína.
Para nadie es secreto que Higuita y Escobar sentían mutua admiración, explicable por su común origen plebeyo y sus fulgurantes carreras desde las barriadas pobres de Medellín hasta la cúspide de la fama y un lugar especial en el imaginario popular. Sin embargo, el Atlético Nacional, donde Higuita se formó y brilló no era el equipo de los afectos del capo, sino su eterno rival, el Deportivo Independiente Medellín, una de cuyas hinchadas, Dinamita, evoca el violento transcurrir del jefe narcotraficante.
El caso de Higuita, que para algunas fuentes de la fiscalía sería el hilo que desenrede el ovillo de la relación entre los dineros calientes y el fútbol, se complica con múltiples interpretaciones de un nuevo Código Penal, y dos fallos de la Corte Constitucional. El martes, la Corte ratificó penas de entre cinco y 18 años de cárcel para quienes, conociendo de un secuestro, no lo denuncien. Es el caso de René.
En medio del drama jurídico y los dictámenes médicos, la familia del guardameta más famoso de la historia del fútbol colombiano vive su angustia. Magnolia, la esposa, con una figura que le hizo ser portada de la revista Aló, reservada a modelos y actrices, lucha como una leona herida. Impulsa una campaña de firmas a la salida de los estadios, sigue las gestiones del abogado que ella contrató, y lleva a los niños, Andrés René, de cuatro años, y Pamela, de dos, a visitar a su padre. "Voy a meterme de cabeza, junto con mis hijos, para que lo saquen", dijo Magnolia.
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