Soló EMT
Sin duda influida por la campaña antitabaco, me molestó sobremanera esa colilla matutina que mi pareja había aplastado en el cenicero. Me dejaba cierto sinsabor que siguiera con un hábito que ya tenía algo de marginal por no estar ya a la moda.Después discutí con Encarna, mi companera de oficina, al yo insistir en que el humo de su fúmeque se me clavaba en la tráquea.
Llevaba dentro el malestar que me producen los enfrentamientos por cosas triviales, cotidianas, pueriles, cuando al salir a la calle respiré los humos de los autobuses que, sin posibilidad de elegir, se mezclaban con el aire; densos, continuos, implacables.
Cuando alguien me preguntó que si fumaba, ofreciéndome un cigarrillo, con cierto amargor respondí: no, gracias, sólo EMT. Rosa López Moreno.
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