Jinetes del orden
152 policías patrullan montados a caballo por las calles de la ciudad "para tranquilizar a los ciudadanos"
Las 85 parejas de caballo y jinete uniformado que uno se topa en la Puerta del Sol o paseando por el Retiro apenas detienen a delincuentes. Pocas veces se les ha visto perseguir a un tironero saltando coches y sorteando semáforos, pero la Jefatura Superior de la Policía de Madrid juzga su labor impresicindible. El sonido de las herraduras aleja al alborotador en la misma proporción que tranquiliza al viandante. Por eso renunciaron en tiempos a las herraduras de goma.Edipo encabeza la recua con sus patas de raza española, y detrás, todas las mañanas, surgen Noruego, Normando, Nórdico, o Navegante. A las nueve de la mañana, todos en fila, maniobrando con sus dueños, izquierda, derecha, paso cruzado, soportando tiros al aire, para que se acostumbren, ladridos de perro y viento fresco en las mañanas de la Casa de Campo.
Tres meses de cursos
Acceder a la unidad de caballería del Cuerpo Nacional de Policía sólo implica tres meses de instrucción, aunque la mayoría de los que solicitan esa sección procede de algún pueblo y trae experiencia como jinete. No obstante, de entre todos los agentes, cuatro son los que se manejan mejor encima de la silla.
A ellos les corresponde la tarea de la doma de los potros, que consiste en enseñarles -a andar entre coches y banderines y soportar el pitido de las cornetas. La defensa del animal ante cualquier situación -de peligro es la huida; si superan el miedo se debe a la labor del que lo monta. Pueden rodear, y de hecho han rodeado, poblados chabolistas como la Quinta de El Pardo, en círculo, como en las películas de indios, para impedir que pase ningún toxicómano a comprar. Pero no sirve de nada. Al final, los toxicómanos se trasladan a otra parte. Los responsables de esta sección asumen que su labor más que nada consiste en tranquilizar al viandante y prevenir el delito, más que provocar la detención del delincuente. "Y si alguna vez", comenta un representante de la sección, "detenemos a alguien, lo desviamos hacia la comisaría del distrito; por eso las estadísticas nuestras no son demasiado vistosas".
De vez en cuando, algún conductor se lleva un pequeño susto como aquella coreana que, sin querer, le dio a un caballo con el capó y se vio de repente con caballo y jinete encima de su coche. Pocos incidentes más han ocurrido.
A cada agente se le asigna un caballo cuando entra. El animal permanecerá a su cargo hasta que, nueve años después, lo venda por unas 250.000 pesetas. Hace dos años podían ganar 375.000 pesetas, ahora corren peores tiempos.
Muy pocos policías se quedan, después de tantos años de convivencia, con su animal.
La mayoría de los agentes prefiere caballos enteros, que no hayan sido castrados y que nunca hayan mantenido relaciones sexuales con una yegua. Tienen el pelo más bonito, reaccionan con más brío, pero al mismo tiempo resultan mucho más dificil de controlar en caso de que surja algún alboroto.
Manifestaciones prohibidas
El hecho de que ningún ejemplarse alce de patas en una algarabía de los seguidores radicales del Real Madrid ya supone una hazaña, ya supone un logro para sus jinetes, entre los cuales, por cierto, no hay ninguna mujer en Madrid.
Tan sólo tres chicas trabajan con la sección de Caballería del Cuerpo Nacional de Policía, y las tres se encuentran en Barcelona.
Los caballos. no intervienen en las manifestaciones desde los altercados que se produjeron en junio de 1990 durante la manifestación de agricultores en la plaza de Atocha. La intervención se saldó con dos heridos.
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