¿Que ocurre con la Escuela de Montes?
Como se publicó en su periódico, "los estudiantes de Montes empezamos las clases con la escuela cerrada". Oficialmente debíamos haber comenzado la primera semana de octubre, como la mayoría de las facultades de Madrid, pero parece ser que los pilares del edificio sufren algún defecto estructural, y para poder realizar un estudio sobre las verdaderas dimensiones del problema se retrasaron las clases 13 días.Por fin, el día 18 comenzamos, pero no con normalidad, como se dijo en la Gaceta Universitaria: se cambiaron algunos horarios, varios laboratorios están cerrados, no tenemos biblioteca y las condiciones en las que se imparten determinadas clases no son de lo más adecuado (dibujo técnico de 30 en la sala de audiovisuales); además, los alumnos que tienen asignaturas de distintos cursos -la mayoría- deben andar corriendo de Montes a Forestales campo a través, con peligro de darse un buen baño de barro en los días de lluvia. Sin embargo, de esto no nos quejamos y, al contrario, damos las gracias a la gente de Forestales por habernos alojado y les pedimos disculpas por ocupar sus plazas de la biblioteca, por comernos sus bocadillos o por aumentar las colas de la fotocopiadora.
Lo que no comprendemos es por qué nadie dice nada; creemos que -al menos como usuarios del edificio- tenemos derecho a algún tipo de información. Por un cartel en la puerta de la escuela, colocado dos días antes del comienzo oficial del curso, nos enteramos del cierre y del retraso, que no del motivo. Con otro cartel, después de las dos semanas de vacaciones forzadas, conocimos los cambios de horarios y los lugares en que daríamos las clases. Y eso ha sido todo. A un mes de los primeros exámenes no habíamos recibido una sola comunicación oficial ni del director ni del rectorado.
Queremos que se nos diga formalmente qué le ocurre a la escuela, cuándo podremos volver a la normalidad; ya parece hora de conocer todos los detalles y de que los responsables nos informen. Porque, como alumnos de Montes que somos, nos gusta nuestra escuela y la queremos sana y salva; somos tolerantes y sabemos esperar, sabiendo, claro está, qué esperamos.
Demandamos una información convincente para no tener que imaginar o creer en los rumores que siempre corren-
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