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Empotrar un coche en el escaparate es el último sistema para desvalijar tiendas de lujo

A las 3.50 del pasado martes, un Nissan Patrol embistió el escaparate de la joyería Dorley, en La Esquina del Bernabéu. Los minutos que median desde que sonó la alarma hasta la llegada de los guardas jurados del centro comercial fueron suficientes para que los ocupantes del todoterreno se apoderaran de las joyas. Volvieron a salir zumbando, y en su huida arrancaron de cuajo varias losetas de la escalinata de acceso. A pesar de que desde hace un par de años el goteo de robos por este sistema es continuo, la policía no lo tiene clasificado como especialidad.

Los ladrones tienen buen gusto cuando deciden ir de compras en coche y no gastarse un duro. Les gusta robar en las tiendas Benetton, Charro, Springfield, Fumarel, Nicole Miller o la exclusiva Ekseption. Estos comercios de ropa tienen escaparates a ras de acera y sin proteccones metálicas por cuestiones de estética. Así que los manguis empotran los coches (utilitarios, furgonetas o todoterrenos) en las lunas y se surten de mercancía en un par de minutos mientras suenan las alarmas y llega la policía.El sistema, sospechan los afectados, consiste en aparcar el coche durante el día para coger sitio y luego maniobrar sin problemas sobre la acera y empotrarse en la tienda. En otras ocasiones aprovechan los vados permanentes de las entradas de los garajes para acercarse hasta la boutique elegida. En el caso de la joyería de La Esquina del Bernabéu, la escalinata de acceso al centro no fue ningún obstáculo ni para entrar ni para salir de la tienda.

"Robos de película"

La encargada del local de Benetton del paseo de La Habana (distrito de Chamartín), que ya ha sufrido dos robos por este sistema, lo explica gráficamente: "Es como los robos de las películas, igual. Un coche echa abajo el cristal del escaparate y se llevan todo lo que pueden".

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Los comercios de los barrios de Chamartín y de Salamanca sufren a menudo estos robos, que se llevan a cabo entre las doce de la noche y las cuatro de la madrugada. Los ladrones prefieren los meses de verano y otoño porque las tiendas ya tienen expuesta la ropa de la colección de invierno. Suelen ser prendas más caras.

"Parece que los ladrones actúan sobre pedido, porque a veces han venido a por cosas muy concretas; por ejemplo, en una ocasión se llevaron sólo ropa de la marca Arman¡", dice Jaime López, encargado de las cinco tiendas Fumarel que hay en Madrid.

De la tienda Fumarel situada en el número 6 de la calle de Marcellano Santa María (Chamartín) se llevaron hace un año ropa por valor de unos tres millones tras echar abajo la fachada con un coche. El pasado mes de octubre lo intentaron por el mismo sistema, pero no lo consiguieron. La puerta de la tienda aún luce el golpe infructuoso del coche.

"Pensamos que se llevan la ropa para venderla en los mercadillos de los pueblos o de casa en casa en algunos barrios populares de Madrid", explica Juan Carlos, el encargado de la tienda de moda de hombre Springfield que sufrió este tipo de visita inoportuna el pasado mes de junio. Cogieron jerséis, camisetas y pantalones de hombre hasta sumar 600.000 pesetas. "Lo tenían bien estudiado", avisa.

La firma de ropa vaquera Charro (Claudio Coello, 50) parece que es una obsesión para los chorizos de la moda. Las tiendas Charro han sufrido las embestidas de coches y furgonetas en cuatro ocasiones para llevarse equipaje tejano por valor de cuatro millones de pesetas. Al final, los dueños han decidido olvidarse del diseño y poner un cierre metálico, por muy tosco que sea. Otras tiendas de diferentes marcas han colocado unos pivotes frente al escaparate.

En uno de los cuatro asaltos a Charro, el golpe del coche fue tan fuerte que el vehículo no lo resistió y se quedó aparcado en medio de la tienda. Pero los ladrones, más precavidos que sus víctimas, tenían un segundo vehículo al acecho.

La Policía Municipal no tiene especificado, dentro de las 1.572 intervenciones sin detención por robo, cuáles corresponden a este motorizado sistema. Kolo García, de Ekseption (dos asaltos con un botín de cuatro millones), se queja: "Por el momento, no he visto que la poli haga mucho".

Los agentes municipales se excusan: "Cuando llegamos, ya se han largado". Y en la Policía Nacional no ofrecen explicación alguna.

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