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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Perdigones

Mi carta hace referencia a un hecho que parece estar de moda entre ciertas personas: disparar contra otros con escopetas de perdigones, de aire comprimido o como quiera que se llamen. Por desgracia, ahora nos ha tocado sufrirlo en mi propia casa y en la de otros vecinos, e incluso una persona ha estado a punto de ser herida.En mi casa hay dos impactos: uno, en los cristales de la barandilla de la terraza, y otro, en los ventanales que dan al salón (este último ha conseguido atravesar la persiana y el cristal). En las otras casas los impactos son similares. Parece que el francotirador va eligiendo mejor los objetivos y que ya se va atreviendo a disparar incluso cuando sabe que hay personas detrás de esos cristales porque les está viendo.

Voy a la comisaría de policía a interponer la correspondiente denuncia de los hechos, y me dicen que, si no sé quién es la persona que efectúa los disparos, lo único que pueden hacer es tramitar una denuncia por daños en las cosas, ya que en los bloques hay muchos pisos y no se pueden poner a investigar de dónde proceden los disparos; y que por la trayectoria que yo digo que tiene el perdigón, al atravesar la persiana y el cristal, es imposible averiguar quién es (todo esto sin venir siquiera a verlo).

Y yo me pregunto: ¿qué debemos hacer? ¿Acaso debemos quedarnos vigilando en las terrazas y ventanas hasta que veamos quién es el autor, ofreciéndole al mismo tiempo un mejor blanco contra el que disparar para probar su puntería? ¿Debe, como siempre, ocurrir alguna desgracia personal para que se tomen medidas?

Si es así, tal vez pronto pueda volver a ir a la comisaría yo misma con un perdigonazo en la cabeza, ya que me paso el día estudiando para unas oposiciones y lo hago junto a una ventana que está al lado de donde se han producido los impactos.

Tal vez para entonces ya sea demasiado tarde, y el que ahora dispara con simples, pero dañinos perdigones, haya decidido que quiere probar puntería con un blanco que se mueva y con algo que pueda producir más daño-

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