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El líder de los colonos judíos amenaza en el Parlamento a los futuros agentes de policía palestinos

La más clara advertencia de que los colonos judíos están dispuestos a seguir su batalla contra los palestinos, el Gobierno de Israel y el plan de paz, se registró ayer, cuando su líder, Uri Ariel, declaró ante una comisión del Parlamento (Knesset) que los colonos no obedecerán ninguna orden de la policía palestina, cuando ésta se desplace a Gaza y CisJordania. Es más, sugirió que, de ser necesario, los colonos se liarán a tiros con los policías palestinos. "Dispararé antes de que me identifique y decida hacer lo mismo conmigo", dijo Ariel refiriéndose a la futura policía palestina, y añadió: "Espero que cualquier israelí o judío que se encontrara en la misma situación que yo haría lo mismo".Como compensación a la fiereza- expresada por Uri Ariel, Benjamín Netanyahu, jefe del partido derechista Likud, en la oposición, declaró ayer en Jerusalén que, en caso de que su grupo recupere el poder, respetará el acuerdo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). "Un futuro Gobierno del Likud tendrá que respetar el acuerdo internacional firmado por un Gobierno elegido democráticamente, pero siempre actuando para disminuir los riesgos", dijo Netanyahu, quien considera que el mayor peligro que se puede derivar del acuerdo de paz es la creación de un Estado palestino.

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Pero la oposición al acuerdo por parte de los colonos es tal que ya comienza a hablarse de una "Intifada judía". Si ésta está en ciernes, la cuna del alzamiento hay que situarla en Beit El, un asentamiento que es el hogar de 800 familias judías que viven entre alambradas y al lado de una gran instalación militar.

Para la mayor parte de los 100.000 colonos judíos asentados en Gaza y CisJordania cuando un palestino arroja una piedra contra un coche israelí perpetra un acto terrorista que exige una respuesta a tiros. Cuando un grupo de colonos asalta casas palestinas o bloquea caminos, es "una manifestación natural y democrática", explica sin pestañear Myriam Goldfisher, una residente en Beit El.

La virulenta reacción de los colonos tras el secuestro y asesinato de Haim Mizrahi, un joven judío que compraba huevos en una granja palestina cerca de Beit El, el pasado 29 de octubre, ha tenido un efecto contagioso que preocupa cada día más al Gobierno de Isaac Rabin.

Ante el cariz que adquiere la situación, el Gobierno de Rabin está ansioso por demostrar que está dispuesto a actuar contra la violencia de los colonos con el mismo tesón reservado a los palestinos que se oponen al proceso de paz.

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