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Entrevista:

"Nuestra prioridad sigue siendo Europa"

Antonio Caño

Primero fue el Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá. Después, la Conferencia de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). ¿Y Europa cuándo? ¿A qué grado de prioridad han quedado relegadas las relaciones entre EEUU y Europa? Tras varios meses de duro lenguaje en Washington hacia la actitud de los países europeos en las, negociaciones del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y sobre el final de una concepción eurocentrista del mundo, el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, ha salido a la palestra para asegurar que la relación con Europa sigue siendo una pieza fundamental de la estrategia política, defensiva y económica de EE UU.En una entrevista con EL PAÍS, Financial Times, Corriere della Sera, Le Figaro y Frankfúrter Allgemeine, cinco de los principales periódicos de Europa -la primera que Christopher concede a corresponsales de ese continente en Washington-, el secretario de Estado asegura: "Europa sigue estando en el centro de nuestras preocupaciones, en el centro de nuestras alianzas".

La mera convocatoria de esta entrevista, celebrada en el decorado colonial de la Madison Room del cuartel general del Departamento de Estado, fue interpretada entre los periodistas norteamericanos que cubren la política exterior de su país como una muestra de la preocupación de la Administración por el deterioro de las relaciones con Europa Con sus declaraciones, Christopher, un sobrio político de 68 años que arrastra el pecado de su escaso carisma, trata de enviar a sus más antiguos y fieles aliados el mensaje de que asiáticos y latinoamericanos no les van a quitar a los europeos el asiento de primera fila que tradicionalmente han ocupado en esta capital. Para demostrarlo con hechos, el presidente Bill Clinton, que no ha viajado a Europa en todo el primer año de su gestión, cruzará el Atlántico en tres ocasiones durante los próximos seis meses para asistir, respectivamente, a la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la reunión de presidentes del Grupo de los Siete y la celebración del 500 aniversario del desembarco en Normandía. El propio secretario de Estado, antiguo negociador de los tratados sobre el canal de Panamá y de la liberación de los rehenes en Teherán, viajará a Europa la próxima semana para celebrar reuniones en relación con el GATT y la Conferencia sobre Seguridad en Europa.

Pregunta. ¿Ha relegado EE UU a Europa a un papel secundario en su política exterior?

Respuesta. Cuando yo marqué nuestras seis prioridades estratégicas ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, hace una semana, las tres primeras estaban relacionadas con Europa. La primera era el crecimiento mundial y la seguridad económica, en lo que la Ronda Uruguay del GATT es esencial. La segunda era estimular la democracia y las reformas en Rusia, obviamente un asunto europeo. La tercera era la simplificación de la OTAN, o debería decir el cambio de énfasis de la OTAN para incluir a Europa del Este. Como el presidente Clinton dijo hace unos días, Europa sigue estando en el centro de nuestras preocupaciones, en el centro de nuestras alianzas. Hay varias razones para ello. Primero, desde el punto de vista económico, Europa es nuestro mayor cliente. Tenemos un balance comercial muy positivo con Europa. Los norteamericanos invierten en Europa más que en ninguna otra región; tres por uno más que en Asia. Los europeos tienen más inversiones en EE UU que en ninguna otra región. Segundo, desde un punto de vista cultural, sentimental, los lazos entre EE UU y Europa son muy profundos. Y tercero, por una razón de seguridad, la OTAN es la alianza de más éxito en toda la historia. Creo que es realmente extraordinario el hecho de que el presidente va a estar en Europa en tres ocasiones en seis meses.

P. ¿Puede usted aceptar, al menos, que, tras el primer año de Clinton, queda la percepción de que la relación con Europa no ha sido fácil? ¿Qué puede usted hacer al respecto?

R. Tengo que decir que, desgraciadamente, los intentos de buscar una solución al todavía insoluble problema en Bosnia han dominado en buena parte el diálogo entre EE UU y Europa, y que esto puede haber producido en parte la percepción que usted menciona. Lo que vamos a hacer al respecto es seguir cumpliendo con nuestras obligaciones y teniendo en cuenta nuestros intereses vitales en todos los contactos con Europa. Creo que los viajes del presidente y el mío propio nos darán la oportunidad de dejar claro que Europa está en el centro de nuestras preocupaciones, y despejar cualquier duda de nuestra profunda preocupación por Rusia.

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P. ¿Y no cree que diciendo cosas como que Asia es la más importante región del mundo y que ya se acabó el eurocentrismo está usted contribuyendo a esa percepción de crisis?

R. No lo creo, realmente. En primer lugar, si yo he dicho que, existe una oportunidad prioritaria para EE UU en Asia en la actualidad, eso es simplemente la declaración de un hecho. Se trata de un área donde EE UU tiene oportunidades por el crecimiento de su economía. Éste es un asunto en el que EE UU está mirando más lejos de lo que lo ha hecho antes cualquier Administración. Pero no resta interés a nuestra implicación en Europa. Con respecto a mis comentarios sobre actitudes eurocentristas, una vez más estaba haciendo simplemente constatación de una realidad del periodo de la posguerra fría. Durante la guerra fría, nuestra política estaba centrada en la Unión Soviética. Era casi inevitable para nosotros tener una actitud eurocentrista. Pero ahora necesitamos preocupamos por todas las regiones del mundo en las que está en juego nuestra seguridad económica. Por eso es lógico que le diésemos gran importancia a la reunión de la APEC. Ha sido un accidente de la historia que la reunión este año del G-7 (Grupo de los siete países más industrializados) haya sido en Tokio, y, por tanto, el presidente haya tenido la oportunidad de viajar a Tokio y a Corea. Pero, bueno, el año próximo irá a Europa.

P. ¿No cree que tal vez ha fallado la comunicación personal entre Europa y EE UU o, al menos, está siendo menor que con la anterior Administración?

R. Nosotros estamos dispuestos a que sea igual de buena. Yo tengo comunicación regular con los ministros de Asuntos Exteriores de Europa. El pasado fin de semana hablé por teléfono con cuatro de ellos. El presidente también está frecuentemente en comunicación telefónica con ellos. Si se remonta a ocho meses atrás o si mira ocho meses hacia adelante se va a dar cuenta de cuánta comunicación existe.

P. Hablando de un caso en particular, resulta claro hasta qué punto la negociación del GATT ha dañado la relación entre Francia y EE UU. ¿Cuál es su opinión al respecto?

R. Yo creo que el GATT interesa a todos los miembros del sistema mundial de comercio, incluidos Francia y EEUU. Cada uno tenemos nuestra responsabilidad para conseguir una conclusión con éxito. Pero cada uno tenemos también un gran reto por delante. Pero no creo que esto tenga que dañar nuestras relaciones. Está claro que en la medida en que nos acercamos al final del juego, el regateo entre las partes va a ser más duro. Pero esto ha pasado antes, y nuestras relaciones están más allá de una discusión sobre un acuerdo comercial.

P. ¿Quiere usted decir que está dispuesto a regatear sobre el acuerdo Blair House?

R. No, no estamos dispuestos a regatear sobre el acuerdo Blair House. El acuerdo Blair House se quedará como está. Pero hay otros aspectos en el GATT además del Blair House.

P. Otro de los temas de discusión con Europa es el futuro de la OTAN tras el fracaso en Bosnia. ¿Cuál es su idea al respecto? R. Yo creo que la OTAN seguirá siendo una muy importante alianza de seguridad para nosotros. Pero yo he sugerido que esta "cooperación para la paz" debería incorporar a Europa del Este y central en su estructura de una forma conveniente tanto para esos países como para los actuales miembros. Tengo que decir que yo no contemplo la situación en Bosnia como un fallo de la OTAN. Sería mucho pedir a la OTAN solucionar un problema en un país que no es de la OTAN, y en el que, además, las partes involucradas se muestran incapaces de llegar a un acuerdo. Estados Unidos no está preparado para poner una cantidad sustancial de tropas en tierra para forzar un acuerdo en un país en el que las partes involucradas están decididas a no entenderse. Creo que eso sería pedirle a la OTAN mucho más de lo que debe hacer en este periodo de posguerra fría. Yo creo que es significativo que la OTAN fuese capaz de tomar decisiones y actuar al margen de sus propios miembros.

P. ¿Sigue vivo su compromiso de aportar fuerzas de tierra una vez que se consiga un acuerdo en Bosnia?

R. No hemos abandonado esa idea. Pero queremos dejar claro que nuestra implicación se producirá sólo cuando haya un acuerdo entre las partes que sea absolutamente consensuado. Entonces se hará bajo los auspicios de la OTAN y tendrá que salvar todos los requerimientos constitucionales aquí, en EE UU. Nunca hemos ocultado esto. Tendremos que consultar muy estrechamente al Congreso.

P. ¿Tiene usted alguna reacción a la última iniciativa de la Comunidad Europea (CE), la iniciativa franco-alemana para Bosnia?

R. Sólo he tenido una conversación telefónica con el primer ministro belga, que es el presidente este año, y me ha dicho dos cosas: que ha tomado medidas para urgir a las partes a que vuelvan a la mesa de negociaciones, y que me enviará un informe más detallado esta noche sobre las acciones que se han propuesto tomar, que, en ciertas condiciones, incluirían la suspensión de las sanciones. No me pidió ninguna reacción por teléfono. Me dijo que hablaríamos al respecto el próximo fin de semana. Lo único que me adelantó es que van a tener una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea con Stoltenberg y Owen el próximo lunes en Ginebra, y que invitaba a Estados Unidos a participar como observador.

P. En los últimos meses han surgido pruebas de discrepancia entre Estados Unidos y el secretario general de las Naciones Unidas. ¿Está usted satisfecho del trabajo realizado por Butros Butros-Gali hasta la fecha?

R. Inevitablemente tiene que haber puntos de diferencia. Pero tengo que decir que no sólo siento una gran simpatía por él, sino admiración por el trabajo de las Naciones Unidas y por el trabajo de Butros-Gali. Las misiones en las que ha tenido que actuar le hacen merecedor de una gran simpatía. Todo el mundo se está acercando a él y le pide que arregle esta y la otra crisis. Es muy fácil, cada vez que un país afronta una crisis, cualquier país del mundo, no hablo sólo de Estados Unidos, pedirle al secretario general que la aborde sin darse cuenta de la cantidad de presiones a las que está sujeto. Un país A entiende que la máxima prioridad del secretario general debe ser concentrarse en la tragedia de ese país A. Así es que quiero demostrar una gran comprensión hacia Butros Gali en su intento de equilibrar una agenda muy difícil con muy pocos recursos. Siento una gran solidaridad con él cuando se queja de que la ONU simplemente no tiene recursos. Estados Unidos le está estimulando a que plantee abiertamente esas dificultades. Las Naciones Unidas, como cualquier otra organización, no pueden estar sobrecargadas de compromisos. Podemos tener algunas diferencias de matices, Somalia..., pero en el sentido general estimamos altamente su trabajo.

P. ¿Se siente usted preocupado por el hecho de que sigue existiendo armamento nuclear en las antiguas repúblicas soviéticas?

R. Estamos preocupados por eso, estamos animando a Rusia y a los otros países para que den los pasos que sean necesarios para desmantelar sus armas nucleares.

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