Un salto cualitativo
El atentado contra el sargento de la Ertzaintza y militante del PNV, José Antonio Goikoetxea Asla, es la culminación de una escalada de agresiones contra ese cuerpo policial activada con especial virulencia a partir de la muerte de Juan María Ormazábal, Turko, el activista de ETA que falleció en un enfrentamiento con la policía autonómica, después de haber acabado con la vida de uno de los agentes.ETA ha seleccionado al teórico "eslabón débil de la cadena", en este caso de la Ertzaintza, para justificar un verdadero salto cualitativo. El atentado contra el sargento Goikoetxea es el primero que la organización terrorista lleva a cabo directamente contra un cargo de la policía autonómica no procedente del Ejército o de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Si esa condición fue esgrimida en su día para explicar el primer ataque contra la Ertzaintza, el asesinato del teniente coronel Carlos Díaz Arcocha, ahora ETA recurre como coartada al hecho de que el sargento Goikoetxea formó parte del operativo policial que trató de detener al Turko.
El nombre del sargento y de los agentes que participaron en aquella acción figura en términos inquietantes en uno de los últimos comunicados de la organización terrorista. En realidad, el próximo comunicado de ETA resulta incluso innecesario, habida cuenta de sólo podrá redundar en acusaciones sobradamente conocidas por su público. Condenado a 4 meses de arresto mayor y 6 meses de inhabilitación por su participación en las escuchas al exlehendakari, Carlos Garaikoetxea, el sargento de la Ertzaintza, conocido en esos ambientes como Cabezón, ha sido implicado insistentemente por Egin y otros medios vinculados a HB en una serie de turbios asuntos.
Militante del PNV desde la época de la clandestinidad, Goikoetxea ha sido la víctima elegida para, de forma encubierta, atacar a la Ertzaintza y desafiar al PNV. El objetivo, a riesgo de destapar el clima de enfrentamiento civil, no es otro que el amedrentamiento de la policía autonómica y del primer partido nacionalista vasco. Es el colofón de la intensa campaña de carteles y pintadas con insultos de zipayos y txakurras, del hostigamiento con piedras y botellas incendiarias a las sedes de la Ertzaintza. El atentado ratifica la disposición de ETA de atentar contra la Ertzaintza, puesta de manifesto semanas atrás, en Rentería, cuando una bomba trampa estuvo a punto de alcanzar a los ertzainas que acudían a inspeccionar los daños causados en unas instalaciones de Telefónica.
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