La intensidad constante

El papel se agotó como muestra de bienvenida a los unánimemente considerados líderes del thrash metal de los noventa. Sepultura ha protagonizado una proyección escalonada que ofrece en Chaos A.D., su más reciente disco, los primeros frutos de madurez. Su origen brasileño, en un entorno musical abrumadoramente marcado por lo anglosajón y germano, añade elementos extra de sorpresa y méritos propios. Es un caso-único de éxito intercontinental desde el llamado Tercer Mundo.El género que ahora encabeza Sepultura se caracteriza por la intensidad constante. Los riffs de las guitarras son incesantes y se procura evitar los solos; la batería se somete a una presión máxima y la voz renuncia a la melodía para tornarse deliberadamente oscura. Durante cerca de hora y media, el cuarteto brasileño mantuvo la tensión al más alto nivel mientras un público entusiasta soportaba sin inmutarse las incomodidades de una sala abarrotada.

Se adivina para Sepultura un futuro halagüeño donde la categorización genérica deje de aplicarse en beneficio de un sonido propio que no necesite etiqueta de definición. El esquema musical que practican está servido para los incondicionales y quien no acude convencido puede quedar saturado y superado por tanta intensidad. Se presume que su siguiente movimiento aporte una dirección más personal y menos radical, aunque se mantengan las señas de identidad. Los aficionados y los especialistas coinciden en señalar a Sepultura como delfin sucesorio de Metallica, la gran banda norteamericana de evolución similar. La formación brasileña prefiere, de momento, tener los pies sobre la tierra y en la presente gira ha seleccionado locales de medio aforo con lo que un número importante de sus seguidores tendrán que esperar a mejor ocasión para poder contemplar su espectáculo. No será mucho, pues la próxima cita ya se anuncia especialmente pensada para pabellones. Entonces habrá para todos.