Excitación y tecnología punta
Cada uno se excita como puede; las líneas eróticas del 903 están de capa caída y surgen nuevos inventos para levantar el ánimo, que falta nos hace. Pues eso, que un cura de Las Rozas ha inventado una línea telefónica por la que te dan una homilía al módico precio de 60 pesetas por minuto. Otro cura, no sé dónde, acaba de sacar al mercado un rosario electrónico que entre misterio y misterio escupe unas señales acústicas que ayudan al recogimiento. Tecnología punta y religión, buen título para celebrar unas jornadas o un congreso eucarístico en nuestro modernísimo parque ferial. De nada.El mismo martes en que me entero de lo de esta nueva línea erótico-religiosa, leo en el periódico que una minusválida ha sido desalojada de la casa en la que vivió 62 años. Las historias de los desalojos las sigo siempre con pasión: imagino a unos señores muy fuertes arrojando colchones y ancianos por la ventana y la escena me parece representativa de algo, aunque no sé de qué, no estoy seguro. Quizá del progresivo vaciamiento encefálico que padecemos, porque este martes leo también que 10 rapados, desalojados de cerebro, apalean a un hombre en Atocha; cada uno desaloja lo que puede y se excita con lo que le da la gana. El futuro se está poniendo algo sombrío: te desalojan, te apalean, o te dan una homilía. Mejor una homilía que una hostia, desde luego, pero a uno le gustaría tener un horizonte más amplio; no sé, de vez en cuando también podríamos ir al teatro.
Aunque los teatros los cierran, yo no sé qué le pasa a esta gente con los teatros, parece que se excitan clausurándolos. Lo cierto es que por menos de nada desalojan al personal y los precintan. Y no dudo que hubiera deficiencias en la Cuarta Pared, seguro, pero eso se habla como personas civilizadas y se arregla, que es lo que yo creo que van a hacer finalmente, arreglarlo, gracias a las presiones de la gente de la farándula, que estaba dispuesta a todo. También tienen deficiencias el Doce de Octubre y el Puerta de Hierro, que se incendian todo el rato, y no por eso mandamos a los municipales a arrojar a los enfermos por las ventanas. Todo ello por no hablar de la Esquina del Bernabéu, que, en fin, parece que hay un pacto de silencio al que si hay que adherirse, me adhiero, me da igual. El caso es que he ido estos días por allí varias veces y no he encontrado ningún equipamiento social. Al final nos hemos quedado sin saber si se trata de una esquina pirata o qué; la cuestión es que no la desalojan porque excita más como está, y se comprende. O sea, que si le pones un equipamiento social, te la cargas.
La cosa es que Madrid parece la capital mundial del desalojo. Y si no, acérquense ustedes al Ministerio de Industria, en el paseo de la Castellana, y verán allí a unos cuantos desalojados con sus colchones y sus mantas y sus sacos de dormir. A lo mejor hoy, como es domingo, no están, pero el martes éste que citaba al principio, en el que me he quedado atrapado como en un ascensor sin puertas, fui a verlos y tenían cara de frío. Habían venido desde León para protestar por el desalojo a que están siendo sometidos en la empresa Antracitas del Bierzo, SL, y parecían dispuestos a permanecer a la intemperie lo que hiciera falta. La gente les invitaba a café y galletas, pero ellos se quejaban de que ni CC OO ni la UGT hubieran pasado por allí para saludarles. A CC OO y a la UGT ya no les excitan estas cosas, y se comprende. La verdad es que ver un obrero así, a pelo, sin ninguna barrera que suavice sus contornos, excita menos que escuchar un rosario de viva voz o una homilía en latín. Que los desalojen de la calle también, o que les abran una de esas líneas 903 para que se quejen por
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