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Mantener el tipo

Dobles puertas herméticas, aparatos de rayos X, cacheos manuales y un completísimo servicio cerrado de vídeo, que cubre cada rincón del recinto, garantizaron que nadie dispararía ayer en el aula búnker de Rebibbia.En la segunda jaula de la izquierda oscilaban las piernas desafiantes, siempre cruzadas, de Pippo Caló, el llamado cajero de los corleoneses, un simple camarero que movió miles de millones en la capital italiana y que ayer protagonizó un segundo careo, lleno de insultos, con el mismo Buscetta.

Caló sostiene, como Riina, no haber conocido nunca al arrepentido ni a ninguna de las personas o hechos criminales con los que éste le relaciona. Pero mantener el tipo ante Buscetta es difícil, porque ningún juez ni ningúnitaliano duda de que a este personaje se le deben los muchos conocimientos acumulados hoy sobre la Mafia, hasta Regar a la detención del propio Riina.

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Los mafiosos Riina y Buscetta discuten de moralidad

Las espaldas de Buscetta, sentado a la derecha, eran totalmente invisibles tras cuatro fornidos agentes que, de pie en torno a su silla, le ocultaron completamente al público. Incluso en el momento de salir, al concluir la primera parte de la Audiencia, el despliegue policial alrededor del arrepentido fue tal que ni siquiera desde la tribuna superior se acertaba a distinguir su cabeza.

Terminado el careo, Riina fue devuelto a su jaula. Estaba junto a la de Caló, pero, empeñados en que no se conocen, los dos mafiosos ni siquiera se miran. Los carabineros bromean con el capo para entretener una mañana lluviosa.

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