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El Ulster aguarda con gran expectativa la cumbre angloirlandesa

Enric González

Los Gobiernos del Reino Unido y de la República de Irlanda preparan con enorme atención la cumbre del próximo 3 de diciembre. Ambos países aparecen más coordinados que nunca en la búsqueda de una solución para el problema de la violencia en Irlanda del Norte. La buena disposición de los Ejecutivos de Londres y Dublín ha conseguido disolver en parte las negras perspectivas desatadas por los últimos atentados de los radicales católicos y protestantes.La reunión del primer ministro británico, John Major, y su colega irlandés, Albert Reynolds, dentro de poco más de dos semanas, ha levantado unas expectativas tan grandes que entre la clase política norirlandesa empieza a percibirse el temor al fiasco.

Tanto John Major como Albert Reynolds han lanzado sonoros mensajes de paz y se han puesto de acuerdo en los detalles de una hipotética doble negociación entre ambos Gobiernos y las principales formaciones política norirlandesas: no habrá fechas límite ni otra condición previa para iniciar el diálogo que la renuncia expresa a la práctica de la violencia.

Lo que nadie sabe es qué se negociará, ni con qué punto de partida. Los supuestos contactos de la administración británica con el Sinn Féin (brazo político del Ejército Republicano Irlandés, IRA), cada vez más verosímiles, siguen envueltos en el misterio, a pesar de todos los desmentidos. Indignado por la noticia, un diputado del Partido Unionista del Ulster pidió el martes la prohibición total del Sinn Féin.

Carta oculta

Las posibilidades que se barajan en Belfast se resumen en dos: o bien Major guarda una carta oculta y aspira a un éxito realmente histórico, o bien todo se ha improvisado a consecuencia de los últimos atentados y, en ese caso, Irlanda del Norte se arriesga a sufrir una decepción de consecuencias muy graves.La nueva armonía entre Londres y Dublín ha recibido la bendición del propio presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que el martes escuchó en Washington las explicaciones de Dick Spring, ministro de Exteriores irlandés.

El ambiente de optimismo es tan extendido que un diario local, el News Letter, imprimió ayer a toda portada un titular completamente nuevo en Irlanda del Norte: "La provincia, en alerta de paz".

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Y eso, sin ninguna justificación concreta. La casa de un católico fue tiroteada ayer en Belfast, un soldado británico resultó herido por la explosión de una bomba, las bandas armadas unionistas advirtieron que la "traición" del Gobierno británico se pagaría con sangre y el Sinn Féin, brazo político del IRA, expresó una absoluta desconfianza frente a la iniciativa desplegada por John Major. Aparentemente, todo igual que siempre, pero ahora con una nueva esperanza entre la población.

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