El muro
No es cierto que a nuestros municipes no les guste el teatro; claro que les gusta, estoy seguro de que acuden cada noviembre encantados a su cita con don Juan Tenorio, y que incluso se saben de memoria algunos versos. Eso es teatro y no las cosas que montan en el Alfil, llenas de tacos y de ofensas a concejales en ejercicio. Además, un teatro teatro es el Español, el de la Comedia o el María Guerrero, sitios elegantes, con butacas de peluche, dorados, arañas de cristal y acomodadores de librea.Para ir al Alfil, a la Cuarta Pared o al Quinto Pino, teatro alternativo, no hay que arreglarse, hay que disfrazarse para que no le reconozcan a uno, no Vayan a increparle y a pedirle responsabilidades por la demolición del teatro Lavapiés y del Molino Rojo y por la persecución de salas alternativas, pequeños escenarios y cómicos ambulantes, ya sean músicos callejeros o prestigiosas compañías shakespearianas de carpa itinerante.
A ellos lo que les gusta de veras es el circo. Los populares del Ayuntamiento dieron mucho tiempo la tabarra diciendo que Madrid necesitaba un circo estable, que no era concebible una capital como Madrid sin un circo estable. El circo y la zarzuela, Arniches y Alfonso Paso. Obras con pies y con cabeza, donde todo se entiende y a veces salen personajes reconocibles, no como el Matanzo que hacían en el Alfil, sin insultar y en verso. El barbilindo Álvarez del Manzano y su lacayo Matanzo dialogan sobre el escenario:
Manzano. Cuán gritan esos malditos / pero mal rayo me parta si en terminando esta carta yo no les cierro el garito.
Matanzo. Por favor, dejadme a mí, / alcalde populachero, / ejercer de justiciero.
¡Santiago y cierra Madrí!
Retirado de la colía tras los sucesos del Al ngel Matanzo debe ejercer ahora como asesor del alcalde en materias teatrales. Ambos han aprendido la lección, nada de inmiscuirse en los contenidos de la programación, nada de darse por aludidos cuando desde el escenario se les critica, nada de soliviantarse porque se monten obras anarquistas y revoltosas. Hay que ser más expeditivos, la demolición, estilo Lavapiés, acaba con todos los muros y con todos los problemas. Y si la demolición no es posible de momento, la clausura por falta de póliza, extravío de permiso, o razones de seguridad: carencia de extintores, aunque de la Cuarta Pared cuelgan 19. Aventar las cenizas del Alcalá 20 produce su efecto. Todo es lícito cuando se trata de luchar contra la sediciosa secta de los hijos de Talía. ¡Sus y a ellos!
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