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Paco Rabal: "La vanidad es para actores tontos"

El intérprete recibe la medalla de oro de la Academia Española de Cine

Andrés Fernández Rubio

Precisamente ayer, el día en que Francisco Rabal, de 67 años, recibía el homenaje unánime de sus compañeros de profesión, él se quitaba méritos diciendo que la vanidad es para actores tontos" y que su padre le enseñó a no separar los pies de la tierra, es decir, a mantener lo mismo la dignidad que la autocrítica. La Academia de Cine de España entregó a Rabal su medalla de oro en una cena en la que no hubo plazas para tanta gente como quiso acudir. El actor de Nazarín y Los santos inocentes, del que se emiten por televisión dos series, Una gloria nacional y Truhanes, defiende la calidad de los profesionales españoles y considera que un país que no apoye su cine pierde una de sus esenciales raíces de cultura.

Rabal mantuvo ayer los compromisos como actor. Por la mañana, en una nave de un polígono industrial de Fuenlabrada (Madrid), grababa la serie de televisión Truhanes. Y lo que cuenta sobre Marcello Mastroianni se le podría aplicar a él. "Aparte de ser un actor magnífico es un gran compañero, que es lo que yo más admiro", dice. "Mastroianni es amigo de todo el mundo, todos lo adoran, las sastras, las peluqueras..., Es gentil, educado y sencillo. No parece un actor de esos... tontos. También son así Claudia Cardinale o Lea Massari, las quiero mucho, Lea es una mujer que guisa, como Claudia Cardinale. Te ponen la mesa, te dan la servilleta, son gente normal. También era muy amigo de Simone Signoret, más que de Yves Montand que era un amigo más lejano: sobre todo cuando pegó aquel cambiazo tan grande políticamente. Yo desconfío de los que cambian tanto. Puede que sea moneda corriente, pero yo de esa gente no me fío".Rabal, que ayer grababa un capítulo no previsto y tenía que memorizar varias cuartillas en un tiempo mínimo, no parecía afectado por el estrés. El explica que su ilusión es la misma que cuando empezaba, cuando a los 16 años se fijaron en él y dejó de ser un eléctrico del plató para convertirse en actor sin frase, su primer éxito. "Yo me acuerdo de una conversación con Alida Valli, con la que he hecho tres películas" dice. "Estábamos rodando en Venezuela y una tarde hablamos del trabajo. 'Paco, ¿tú sigues teniendo ese amor, y vocación, y afición?' Le dije: 'Yo sí'. Y contestó: 'Yo no, yo lo he perdido por completo, trabajo simplemente para mis gastos, no tengo el menor amor por esta profesión, se me ha quitado'. Yo, sin embargo, lo sigo teniendo tan fresco como cuando era joven. No sé lo que le habría pasado a ella, quizá las desilusiones, porque estuvo en Hollywood; quizá su vida sentimental unida al cine, yo qué sé. A mí me ha pasado al contrario, lo que a esa gente que se enamora y está toda la vida enamorada, algo muy difícil. La vocación".

Y la vocación para alguien como Rabal significa seguir teniendo la capacidad de sorprenderse. "La vanidad es muy mala", dice, "te limita las ganas de aprender, el entusiasmo de admirar. Un hombre vanidoso se cree el más grande y se cierra fronteras. No sé si hay vacuna contra eso, yo creo que así se nace, lo mismo un actor que un banquero o un porquero. Cuando hay un destello de va nidad, y los tenemos todos, tú mismo tienes que hacerte la autocrítica: 'Ten cuidado, que tú eres un privilegiado y estás en la tierra'. De eso es de lo que yo he tratado de no despegarme nunca, del suelo, de la tierra. Y a eso puede haberme ayudado mi padre, que era un obrero, un obrero con una gran dignidad, y eso es importante también. Yo no soy un hombre muy institucional, pero eso de la familia sí me gusta mucho en el sentido de la educación que te pueden dar tus mayores. Mi padre contó para mí en eso y también Buñuel".

Respecto a la situación política, Rabal, que pasó la mayor parte de su vida bajo una dictadura, dice que lo que más le gusta de España ahora "es cómo se han abierto las posibilidades de la libertad, aunque en muchas cosas no esté muy de acuerdo. Ahora bien, yo tengo esperanzas, porque conozco a muchos jóvenes muy positivos y confío en ellos. Y también confío en que los políticos mejoren las condiciones, sobre todo de los obreros y de la gente humilde. Me tiene preocupada la gente obrera, que siempre es la que sale perdiendo".

Nacer y morir

El sentido social que muestra el actor tiene su reflejo perverso en el mundo contemporáneo de los valores del consumo, la publicidad y las modas, que Rabal ejemplifica en la venta a plazos, "una de las cosas más malévolas que ha inventado el monetarismo. 'Y tire usted esa nevera y cómprese otra'. O: ¡Sea joven!, vístase como un joven'. Todos hemos sido jóvenes. Una tía mía campesina decía: 'Todo el mundo tenemos que nacer, todo el mundo tenemos que morir'. Es una buena filosofía contra las marcas y el fomento del consumismo, de las cosas innecesarias, de no saber lo que cuesta un mendrugo de pan". Rabal considera que frente a ese mercantilismo feroz "habrá que hacer algo". Pero no se inquieta. "Hay que recobrar la autenticidad y eso será espontáneo".

Vivito y coleando

Dos Emmmas, Penella y Suárez, sirven como ejemplo de la generación más veterana y de la más joven del cine español, cuyos representantes participaron anoche en el homenaje dedicado a Francisco Rabal y celebrado en el hotel Ritz, de Madrid, al que acudieron más de 200 personas, entre actores, directores, profesionales y políticos.A partir de medianoche comenzaron las intervenciones de algunos de los asistentes, como Paquita Rico, quien dijo que "arfotunadamente te han dado el homenaje cuando estás vivito y coleando". Carlos Saura, que prepara una película en la que Rabal interpretará a Goya, dijo: "Creo que no sabemos más por ser mayores; seguramente somos más torpes pero hay algo que reanima las neuronas enfermas: la curiosidad y la pasión por las cosas, de las que has dado buena muestra a lo largo de tu vida".

Francisco Rabal, flanqueado por la infanta Cristina y la ministra de Cultura, Carmen Alborch, había preparado unos versos de agradecimiento. Entre los asistentes, Anguita, Almeida, Fernández Campos, Camacho, Bardem, Berlanga, Escámez, Buero y Fernando Rey, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.

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