Réplicas a Muñoz Molina
En su artículo El nacionalismo y el niño interior (EL PAÍS, 30 de octubre de 1993) -cuyasideas y opiniones comparto-, mi admirado, Antonio Muñoz Molina, evocando la aplicación restringida de los principios morales por los distintos nacionalismos o credos, toca la cuestión de si un occidental puede disentir de la sentencia de muerte a Salman Rushdie, "dado que ésta ha sido dictada por los principios islámicos", y, con la vigilancia propia a toda buena amistad, añade: "No estaría mal, de paso, que a esta última pregunta contestara Juan Goytisolo".Voy a satisfacer la bienintencionada curiosidad de mi estimado colega: horas después de la publicación de la fetwa del imani Jomeini, recibí en Marraquech una llamada telefónica desde Londres para solicitar mi firma en el primer texto de repudio a la condena y defensa de la libertad de creación. La carta apareció poco después en The Times con mi firma. (Por cierto, era el único español que figuraba en la lista de firmantes y el único. escritor que daba su aprobación a la declaración de principios desde un país musulmán).
Las razones de mi actitud, expuestas desde entonces en varias entrevistas -fuera de la indispensable defensa de la imaginación frente a toda coacción del poder-, se centran en un punto esencial: no se puede violar la legalidad internacional -condenar a muerte desde Teherán a un novelista inglés por un libro publicado en Inglaterra- invocando una razón religiosa porque sería caer en la ley de la selva; ello equivaldría, por ejemplo, a legitimar la acción de los extremistas israelíes cuando, con copia de citas bíblicas, se adueñan a la fuerza de lo que aún queda de Palestina.
Un último comentario aclaratorio: los "principios islámicos" a los que se refiere Muñoz Molina son recusados por centenares de imames y religiosos del mundo musulmán que no comparten en absoluto los criterios del imam Jomeini.-
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